—Escuchaste bien. Si quieres huir, adelante. Pero incluso si la policía te atrapa, aún tienes que pagarme tus deudas. Así que piensa muy bien tu decisión, hermano.
Jack sintió un escalofrío recorrer su espalda como si alguien le hubiera vertido agua fría.
Allí estaba, pensando en cómo iba a disfrutar del dinero restante que tenía para escapar en lugar de usarlo para pagar sus deudas, lo que lo llevaría a la bancarrota hasta quién sabe cuándo.
Con los dientes apretados, espetó:
—¡Mira aquí, pequeña serpiente! ¿Quién te crees que eres para darme órdenes así? Solo porque tienes a Xavier contigo no significa que seas completamente intocable...
—¡Eso es bueno! Así, si algo me daña, ya sé a quién sospechar primero.
Jack parpadeó al mirarla mientras sentía que el corazón se le hundía en el estómago.
Reunificando sus pensamientos —sus manos apretadas de ira, golpeó el coche.