Eran las 7 de la mañana de un martes, mi madre estaba cocinando el desayuno mientras yo me preparaba para ir a mi bachillerato. Cuando baje ví a mi padre viendo las noticias mientras me decía -buenos días hijo, ¿listo para un gran día?- yo todavía somnoliento daba aceptación con la cabeza.
Cuando llegue a la cocina atraído por el olor le pregunto a mi madre -buenos días mamá ¿Que cocinas?- ella me voltea a ver, me sonríe y me dice -son hotcakes ¿gustas?- acepto y me sirve un plato con dos de ellos.
Al finalizar con ellos tengo que salir de casa para tomar el autobús que me lleve a mi escuela. De camino a la parada de autobuses me encuentro a mi amiga Astrid.
-Hola Magnus, ¿Que tal amaneciste?- la volteo a ver mientras le sonrió -Bien, gracias por preguntar- siempre me he llevado bien con ella desde que entramos a estudiar en el bachillerato, antes no hablábamos pero ahora somos grandes amigos -Oye, que te parece si después de la escuela vamos al lago- en ese momento no quería ir dado a que no me gusta mucho pero decidí cambiar algo ese día.
-Me parece bien- ella me voltea a ver con cara de asombro -Wow, ¿Qué mosco te pico? Es muy raro que salgas y más si es con varias personas- al momento de que termina de decir eso llegamos a la parada de autobuses y ahí nos esperaba el nuestro, subimos y en el momento en que nos sentamos empecé a recordar cosas de las vacaciones. Cómo no salí mucho de mi casa, cuando mi padre me enseñó a jugar ajedrez y cuando me quedé jugando videojuegos hasta tarde con unos amigos que conocí por ahí.
En ese mismo instante Astrid me ofrece escuchar música con ella lo cual acepte, me dió uno de sus audífonos y empezó a sonar una canción de radiohead. Me sentí sumamente relajado, mientras veía pasar todas las casas de los alrededores, como salía el sol poco a poco y como se iba iluminado poco a poco todo para empezar a alegrar esa mañana.
Cuando llegamos a la escuela le devolví su audífono y nos encontramos con Erik, mi mejor amigo de la infancia.
Erik siempre fue ese ese niño que le caía bien a la mayoría y que le gustaba a casi todas las chicas, yo al contrario me sentia feo, nunca le guste a nadie y mucho menos tuve novia, aunque fuera de los más altos, mis rasgos físicos nunca me ayudaron mucho y eso me llegó a afectar pero lo aprendi a superar.