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Chapter 6 - Capítulo 05

La noche había caído. Los imponentes árboles de la academia permanecían serenos, sus hojas mecidas con suavidad por la brisa nocturna. Pequeños espíritus jugueteaban entre los insectos y las aves, volando de un lado a otro como diminutos destellos de luz en la penumbra.

Dentro de los dormitorios de la academia, Arthur se encontraba en su habitación, la cual superaba con creces sus expectativas. Era como habitar en un hotel de lujo. La cama, de tamaño king size, le permitía moverse libremente mientras dormía. Los detalles de la habitación estaban cuidadosamente pensados: desde el suelo de madera refinada hasta un escritorio mediano, también de madera, que contenía todo lo necesario para sus estudios: libros en blanco, pluma y tinta.

El baño presentaba un aspecto similar al de los baños del mundo moderno, pero con un toque mágico. La regadera estaba hecha de un cristal mágico de color plateado. No había necesidad de un sistema de tuberías; bastaba con abrir la llave para que el agua cayera en un flujo constante. El agua no se estancaba, sino que, al llegar a un límite, se evaporaba mágicamente, dejando el ambiente fresco y limpio.

Después de retirarse de la zona de resultados, Arthur se dirigió al comedor. Fue mientras caminaba que su carnet de estudiante apareció frente a él, hecho de un cristal púrpura translúcido, en el cual estaban inscritos sus datos personales: nombre, clase, departamento, y una pequeña fotografía suya. El uniforme se encontraba ya en su habitación, así que no tuvo mayores problemas con respecto a ello. Tras una cena sustanciosa, regresó a su habitación, donde permaneció hasta ese momento.

Arthur estaba sentado sobre las tablas de madera en una posición de meditación, vestido solo con su ropa interior. Sus ojos estaban cerrados, y su mente estaba completamente enfocada en su estrella de maná.

La estrella de maná, de un plateado resplandeciente, representaba el primer rango. Su forma completamente circular indicaba que Arthur aún se encontraba en la etapa inicial de su avance. 

Cada rango estaba dividido en cinco etapas: inicial, media, avanzada y tardía. Desde que Arthur despertó el Corazón de Maná, que a su vez dio origen a su estrella de maná, no había dedicado el tiempo adecuado para avanzar en su estrella. Había practicado unas horas antes de dormir o en sus momentos libres, pero ahora, con su preocupación principal resuelta, era el momento ideal para progresar.

Había estado meditando durante un largo tiempo, y finalmente, comenzó a percibir cambios en su estrella de maná. Antes, la estrella era meramente circular, reflejando el maná en su interior. El mar de maná llenaba un poco menos de la mitad de la estrella, lo que significaba que Arthur podía utilizar aproximadamente el 45% de su maná. Aunque sabía que al avanzar en rango su cantidad de maná aumentaría, no podía ignorar que solo podía utilizar menos de la mitad del poder disponible. Inicialmente, no le dio mucha importancia a esto, pero tras el examen de admisión, se dio cuenta de que era un problema serio que debía resolver, aunque por el momento tendría que vivir con ello.

Ahora, su estrella de maná estaba cubierta por una fina capa cristalina. Este era el proceso de solidificación del maná en toda la circunferencia de la estrella. Arthur tuvo problemas durante esta fase. Lo más recomendable al realizar este proceso es mantener el mar de maná en calma, sin ondulaciones, para facilitar la cristalización. Sin embargo, siendo un novato, cometió errores. El maná cristalizado era irregular y no rodeaba uniformemente la estrella; había imperfecciones y excedentes que resultaban molestos. Para eliminar estos defectos, necesitaba formar olas en el mar de maná que derrumbaran el cristal sobrante. Sin embargo, no midió bien la fuerza de las olas, rompiendo más de lo necesario. Todo esto significó un mayor gasto de tiempo y maná. Con solo el 45% de maná disponible, llegó un punto en que el mar de maná se agotó, incapaz de producir más olas, lo que lo obligó a esperar pacientemente.

El mar de maná de Arthur se llenaba a un ritmo regular. El proceso de ver cada gota cayendo le resultaba aburrido, llevándolo a dormir. Cuando finalmente despertó, su mar había terminado de llenarse. Esta vez, estaba más calmado, lo que permitió que avanzara más rápido. El proceso se tornó más sencillo, y en unas tres horas había terminado de formar toda la capa de cristal alrededor de la estrella. Aunque este cristal era aún maleable, lo que permitía la creación de los picos de maná.

El mar de maná de Arthur comenzó a dirigirse hacia un lado de la estrella. El mar formó olas que chocaban entre sí, solidificándose en el proceso. Cuando un cristal abultado de color plateado comenzó a flotar sobre el mar, Arthur utilizó olas para empujarlo. El cristal, de forma ovalada, se extendía desde el inicio del mar hasta la cima. A medida que las olas chocaban contra él, el cristal empezó a presionar el extremo de la estrella de maná. La capa cristalina respondió, estirándose lentamente, y un diminuto bulto sobresalió, indicando el inicio de la formación de un pico. Arthur continuó durante un rato antes de detenerse, pues su mar de maná se había agotado, dejando el cristal adherido a la estrella, donde lentamente comenzó a evaporarse.

Arthur observó esto con satisfacción y abrió los ojos. Se dio cuenta de que estaba empapado en sudor, por lo que decidió tomar una ducha. Después de ducharse, se cambió de ropa interior. Como no tenía pijama, esa era su forma habitual de dormir. De pequeño, había usado pijamas coloridas, regalos del hombre que lo acogió. Con el tiempo, al convertirse en mercenario, dejó de usarlas. No sabía si era debido a su entrenamiento o algún factor externo, pero su cuerpo se sentía más caliente de lo normal, y usar ropa para dormir solo lo sofocaba, por lo que finalmente optó por dormir solo con su ropa interior.

Se tumbó en la cama y, tras girar de lado a lado como un gato, finalmente se quedó dormido. Así concluyó su avance en la estrella de maná.

A la mañana siguiente

Los primeros rayos de sol se filtraron por debajo de las cortinas, iluminando el rostro de Arthur. Estaba en una posición incómoda, con un brazo y una pierna fuera de la cama, su rostro de lado, con signos de haber babeado un poco. Todo esto era consecuencia del agotamiento extremo por avanzar en su estrella de maná.

Arthur hizo algunas muecas al sentir la luz en su rostro antes de levantarse. Mientras lo hacía, una interrogante apareció en su mente. Se movió por toda la habitación hasta encontrar un pequeño reloj de madera.

"¡Carajo!" exclamó al ver la hora. Se apresuró a tomar una ducha rápida, se secó a medias y se vistió apresuradamente. El uniforme de la academia no era algo extraordinario, pero su material era flexible, adaptándose al cuerpo sin causar incomodidad. Sorprendentemente, era de su talla.

Una vez listo, Arthur agarró un pequeño bolso de cuero y metió todos sus libros. Abrió el cajón de su escritorio y sacó un lápiz de carboncillo y un borrador de goma. Tomó su carnet y llaves y salió disparado de la habitación, corriendo por los pasillos hasta llegar a su salón.

[Aula A-104]

Cuando Arthur abrió la puerta de forma abrupta, todas las miradas se enfocaron en él. Algunas caras le eran familiares; eran el grupo que estuvo frente al tablón de resultados. Otras, como la del profesor, eran nuevas.

"Arthur, llegas tarde", dijo el profesor con tono indiferente.

El hombre era alto, con cabello negro peinado hacia atrás de manera elegante. Sus ojos, feroces como los de una bestia, irradiaban autoridad. Vestía un uniforme similar al de los estudiantes, pero en lugar de blanco y negro, era azul oscuro y blanco.

Arthur asintió con la cabeza antes de ingresar al salón. El aula tenía un estilo muy parecido al de una universidad, con el profesor al frente y los asientos dispuestos en gradas. Contando a Arthur, solo había quince estudiantes; algunos estaban juntos, mientras que otros se encontraban más alejados. Arthur subió un poco y se sentó en un lugar algo apartado del resto.

Cuando el profesor vio que Arthur se había acomodado, comenzó a hablar.

"Mi nombre es Morgan y seré su tutor durante todo este año escolar", dijo, lanzando una mirada rápida a todos. "Aunque todos ustedes pertenecen a la clase A, dependerá del departamento al cual decidan incorporarse si vuelven a encontrarse durante las clases o no".

Dicho esto, el profesor chasqueó los dedos, y unas hojas junto con una pequeña tiza blanca aparecieron frente a los estudiantes.

[Departamentos]

Ese era el título de la hoja. Más abajo estaban los detalles como nombre, salón, año y demás. Arthur miró la vasta lista de departamentos disponibles: Esgrima, Artes Marciales, Tiro con Arco,etc.

Cada uno de los departamentos tenía un pequeño cuadro en blanco a su lado, esperando ser marcado. Arthur sacó su lápiz de carboncillo con una determinación serena, y comenzó a marcar las opciones con cuidado: Esgrima, Dominio Qi, Dominio Corporal, Refinamiento. Al final de la hoja, un espacio en blanco indicaba: Huella. Sin demora, tomó una tiza y se impregnó el dedo pulgar, presionándolo con firmeza sobre la hoja. En el instante en que la huella se grabó, la hoja desapareció, solo para reaparecer frente al profesor, quien la observó detenidamente durante un rato.

Mientras el tiempo avanzaba, los demás estudiantes discutían animadamente sobre a qué departamentos unirse. Arthur, con su habitual curiosidad, miraba en silencio.

Gideon estaba sentado al lado de Clara. La forma en que Clara lo miraba no dejaba dudas: sus ojos delataban un amor naciente, una atracción tan obvia como el día. Detrás de ellos, Kai Vortex estaba acompañado de otros jóvenes. Su mirada parecía alegre y animada cuando los demás se fijaban en él, pero en el momento en que las atenciones se desviaban, sus ojos revelaban una mezcla de envidia y celos hacia Gideon.

"¿Así que esto es el famoso triángulo amoroso?" pensó Arthur, esbozando una sonrisa irónica.

Desvió su mirada y observó a los demás estudiantes. En una esquina superior, una joven de ojos color zafiro y cabellos dorados mantenía la cabeza baja, su expresión era la de una chica tímida, completamente absorbida por sus pensamientos.

A solo unos pasos de ella, un chico de cabello negro y ojos oscuros permanecía en silencio. Su mirada, vacía y cansada, no parecía enfocarse en nada en particular.

En la esquina inferior, otro chico, de cabellos y ojos similares a los de Clara, se mantenía apartado del grupo. Su nerviosismo era evidente, y sus ojos buscaban refugio en cualquier rincón del aula.

"¿Su hermano?" se preguntó Arthur mentalmente.

Cuando todas las hojas se presentaron ante el profesor, este se dirigió al centro del aula y habló con entusiasmo:

"Ahora que hemos concluido esta primera parte, ¿qué les parece si nos presentamos?"

Señaló a Gideon con un gesto decidido. El grupo alrededor de Gideon soltó una risa antes de que este se levantara.

"Me llamo Gideon Steelheart, como mi nombre indica, pertenezco a la familia Steelheart. Soy el tercero de cinco hijos," declaró Gideon en un tono fuerte y seguro, su voz resonando en el aula como un eco de confianza.

El profesor aplaudió brevemente antes de que la siguiente persona se presentara por su propia voluntad.

"Mi nombre es Clara Redrose, soy la hija mayor del Emperador Marcus Redrose. Es un placer conocerlos a todos," dijo Clara con una sonrisa radiante, que iluminó el ambiente.

Gideon la miró con una suavidad palpable, mientras que Kai apenas podía contener su asombro al verla sonreír de esa manera.

Kai se levantó inmediatamente después, su entusiasmo evidente en cada palabra: "Soy Kai Vortex, el segundo hijo de la generación actual. Espero que podamos llevarnos bien."

Al concluir, dirigió una mirada rápida hacia Gideon, llena de una competencia silenciosa.

El salón cayó en un breve silencio hasta que el profesor habló de nuevo, esta vez señalando a una chica de cabello violeta y ojos púrpuras. Su cabello estaba suelto, adornado con un pequeño broche en forma de ave.

"Soy Evelyn Amethyst, la hija mayor de cuatro hijos. Tengo una hermana menor en otro salón. Espero poder llevarme bien con todos," dijo con una sonrisa que hizo que más de un corazón en el salón diera un pequeño brinco.

Antes de sentarse, su mirada se cruzó con la de Arthur. Cuando sus ojos se encontraron, ella levantó ligeramente la mano en señal de saludo. Arthur, arqueando una ceja, volvió a su expresión habitual.

"Ahora te toca," dijo el profesor, fijando su mirada en Arthur.

Con un ligero suspiro, Arthur se levantó. "Mi nombre es Arthur, pero pueden llamarme Art," dijo de manera breve y simple. Sintió un par de miradas posarse sobre él, pero no les dio importancia.

Las presentaciones continuaron con la joven de cabello dorado y ojos zafiro, quien se levantó con visible nerviosismo.

"E-eh, mi nombre es Vivian Ignis. Soy la hija menor de cinco hijos… Espero que podamos llevarnos bien…" Su voz temblaba, y tan pronto terminó de hablar, se sentó rápidamente, volviendo a fijar su mirada en el suelo.

Ahora era el turno del joven de cabello rojo y ojos carmesí.

"Yo soy Alexander Redrose, el hermano menor de Clara Redrose," dijo con un tono fuerte y seguro, aunque su mirada temblaba, revelando su inseguridad.

Arthur observó con atención cada presentación hasta que finalmente todas concluyeron. Lo que vino después fueron las palabras finales de su tutor:

"Como mencioné antes, seré su encargado de aula durante este año. Cualquier comunicado les será dado por mí, y estaré monitoreando sus avances durante este ciclo escolar. Si tienen alguna duda, pueden consultarme en mi oficina. Que tengan un buen día," dijo el profesor Morgan antes de retirarse, dejando a los estudiantes solos.

El grupo principal permaneció en el aula, y Alexander se unió a ellos. Arthur, por su parte, decidió salir y caminar por los pasillos.

Mientras vagaba sin rumbo, sintió un ligero toque en su espalda.

"¿Umm?" Arthur se dio la vuelta para ver de qué se trataba.

"Disculpa… ¿Te gustan los espíritus, por casualidad?" Era Vivian Ignis. Tenía la cabeza gacha, pero la levantó lentamente hasta que su mirada se encontró con la de Arthur. Al verlo, esbozó una tímida sonrisa.

"¿Eh?" Arthur arqueó una ceja, sorprendido por la pregunta.

"¿No le gustan los espíritus?" Vivian juntó las manos antes de dar un paso hacia atrás, como si estuviera a punto de llorar.

"¿Esta chica?" Arthur se preguntó a sí mismo antes de responder.

"Por supuesto que me gustan," dijo Arthur con una sonrisa tranquilizadora.

"¿En serio?" Los ojos de Vivian se iluminaron, y su rostro se llenó de alegría.

Sin perder tiempo, Vivian invocó un espíritu. Ante los ojos de Arthur, apareció una paloma de color blanco translúcido.

"¿No es genial? Se llama Bivi," dijo Vivian con una expresión llena de orgullo.

Arthur no pudo evitar reír. "¿Pasa algo?" preguntó Vivian, inclinando la cabeza con curiosidad.

"No es nada," dijo Arthur, recuperando la compostura. "¿Qué te parece si me sigues mostrando tus espíritus mientras caminamos?"

"¡Claro!" respondió Vivian emocionada, juntándose al lado de Arthur.

Sus voces resonaron por los pasillos, atrayendo más de una mirada de los estudiantes que pasaban a su lado. Entre esas miradas, una provenía de Evelyn, quien observaba la escena con una expresión complicada en su rostro.

"Esto no debería estar pasando…" murmuró para sí misma, llevando su dedo pulgar a los labios en un gesto pensativo.

Después de un breve momento, Evelyn se dio la vuelta, tomando una dirección opuesta a la de Arthur y Vivian.

Así concluyó el primer día de Arthur en la Universidad Mágica.