Capítulo 5.
"Problemas en la isla"
Los
cazadores viajaban en silencio, mientras pensaban a qué enfrentarían a partir
de ese momento.
--¿Creen
que sea peligroso ir a aquella Isla de las Cenizas? –Preguntó Gahiji.
--Dicen
que habitan monstruos gigantes –Contesta Melania.
--Nadie
ha llegado a pisar nunca la isla –Dijo Fowler.
--No
te preocupes, yo te protegeré querido –Dijo Anna mientras miraba a Gahiji.
Entre
la conversación y la intriga, los cazadores llegan al puerto de Palos. Allí se
encuentran con muchos mercaderes, patrullas de guardias, inmigrantes e incluso
gente noble que se iba de viaje. Fowler guía a sus camaradas, a un barco donde
un amigo de el esperaba, mientras fumaba un cigarrillo. Al verlo, el amigo de
Fowler le grita "viejo Fowler" y este le responde "Vagabundo Pitt". Ambos
comienzan a hablar, hasta que Fowler le pregunta cuál era su barco.
--Tu
barco mi querido Fowler, es aquel de allá –Dijo Pitt.
Los
cazadores ven el barco y este era viejo. Fowler mira a su amigo con cara de
desagrado, pero le responde que era lo único que pudo conseguir gratis, así que
Fowler cambia la cara y le agradece, ya que al menos le había conseguido el
barco.
--Por
cierto Fowler, ¿A dónde van? –Preguntó Pitt.
--A
la isla de las Cenizas –Contestó Fowler.
Pitt
se quedó callado e impactado, ya que nadie iba a esa isla, ni siquiera los
mejores cazadores. Los rumores decían que había monstruos de alto nivel,
capaces de matar a los mejores cazadores y que algunos de ellos rondaban por
las ciudades. Decían que habían escapado, pero otros decían que alguien los
había traído hasta la civilización.
--¿Tendrá
algo que ver con Wolf? –Se preguntó Fowler en su mente.
Fowler le agradeció a su amigo Pitt y lleva a
su tripulación al barco, donde comenzarían a viajar durante varios días.
--¿De
dónde eres Anna? –Preguntó Gahiji.
--¿Estarás
conmigo luego de saberlo? –Preguntó Anna con miedo.
--Si,
¿Por qué me separaría de ti? –Dijo Gahiji confundido.
--Porque…soy
de la Isla De Las Cenizas.
Gahiji
se asusta, comienza a temblar y su respiración se descontrolaba, al escuchar
las palabras de Anna. Segundos después, la miró fijamente a los ojos y pensó
que ella no era como los monstruos que habían dicho el en puerto. Ella era
distinta, era buena.
--No
me importa de donde vengas, no me alejaré de ti Anna. Tu eres buena –Dijo
Gahiji tomando las manos de Anna.
--¿De
verdad crees eso Gahiji? –Dijo Anna emocionada.
--Si.
Ambos
se miran, cuando Anna cambia su mirada, a una mirada pervertida. Gahiji miraba
confundido y un poco nervioso.
--No
me digas que te has enamorado de mi –Dijo Anna, con tono coqueto.
--¡¿Qué?!
–Dijo Aristeo en voz alta y avergonzado.
--¿Por
qué te sonrojas Gahiji?.
--No
estoy sonrojado…es que…
Gahiji
no tenía palabras y Anna lo miraba fijamente, hasta que Gahiji la toma de las
manos y le confiesa que desde el momento en que la vio, el se había enamorado de
su belleza, que confiaba totalmente en ella y que jamás se alejaría, ni por
aquella confesión. Anna se cubre el rostro de lo avergonzada que estaba, pero
Gahiji le quita las manos del rostro y le da un beso, hasta que Fowler les
interrumpe el momento…
--¡Tortolos,
tenemos problemas! –Dijo Fowler mientras preparaba su escopeta.
Ambos
levantan la vista y ven manos alrededor del barco. Al subir la primera
criatura, los cazadores ven a un muerto viviente, con la piel arrugada.
--Así
que estos son los famosos "Ahogados de Temea" –Dijo Aristeo pateando a uno de
ellos por la borda.
--Así
es –Responde Fowler.
Gahiji
y Anna se ponen de pie. Gahiji se acerca a sus compañero, cuando ahogado
intenta tirarlo del barco. Gahiji golpea al ahogado con el codo, voltea y le
dispara en la frente. Luego lo patea y este cae por la borda.
--¿Ahogados
de Temea? –Preguntó Gahiji alejándose de la borda.
--Hubo
una gran guerra naval, en la que un general llamado Temeas era participe. Sus
victorias eran legendarias, pero una noche, en una tormenta, los enemigos de
Temeas se alejaban hacia una isla. Confiado persiguió a los enemigos. Desde la
isla se lanzó un ataque masivo con cañones, haciendo que el barco se hundiera
con rapidez. Temeas veía a su tripulación morir, cuando gritó a los cielos que si
Dios existía, le haga ganar esta batalla y su vida sería suya. Alguien bajó de
los cielos, levantando olas enormes que hicieron desaparecer la isla. Temeas
vio a su dios, pero este tomó su vida y la de su tripulación, para convertirlos
en muertos vivientes que vagaran por siglos. Ese fue el castigo de un general
que no aceptaba su muerte –Contaba Fowler mientras disparaba.
--Eso
suena imposible, ¿Cómo puede Dios castigar así a un hombre? –Dijo Gahiji.
Un
muerto viviente intenta atacar a Gahiji, pero Anna corta su cráneo con sus
cadenas. Los cazadores comienzan a matar a los enemigos, pero estos se
levantaban, haciendo que Fowler y compañía gasten balas constantemente. La
batalla parecía perdida, pero Anna sabía cómo matarlos. Antes de poder
decírselos, un ahogado se lanza sobre ella y ambos caen al océano. Gahiji al
ver a Anna caer, corre en su rescate, pero varios muertos le saltan encima y
este comienza a dispararles, tratando de quitárselos de encima, retrasando su
recate. Gahiji se acerca al lugar donde había caído, pero había desaparecido en
el inmenso océano que los rodeaba.
--¡ANNA!
–Gritó Gahiji desesperado.
Nadie
respondió al llamado y los ahogados seguían subiendo, hasta que una mano sale
del agua. Gahiji mira fijamente y era Anna, quien saca la cabeza y grita
descontroladamente por ayuda, mientras algunos ahogados la intentaban hundir.
Gahiji mata a un ahogado y roba su espada, luego sube a la borda con intención
de saltar, pero Fowler lo toma de la ropa y lo tira hacia la cubierta.
--¡¿Qué
haces Fowler?! –Gritó Gahiji.
--¿Estás
loco?, vas a morir si caes al agua –Responde fowler.
--¡Anna
está ahí abajo!.
--¡No
puedes bajar, es peligroso!.
Gahiji
se lanza al agua y cae junto a Anna, quien estaba quedándose sin aire. Gahiji
corta las cabezas de los ahogados y creían que estaban a salvo.
Un
barco se alza desde el fondo del océano: un barco estilo ingles, pero lleno de
algas y otras plantas marinas. En el timón estaba Temeas junto a sus soldados
ahogados. Temeas comienza a disparar sus cañones sin piedad, destrozando el
barco pesquero de los cazadores. Gahiji toma a Anna y se acercan al barco para
llamar a sus camaradas, pero más de diez ahogados los toman del cuerpo y los
comienzan a hundir, haciendo que desaparezcan de la superficie.
--¡GAHIJI!
–Gritó Fowler.
Los
cazadores ven desaparecer a Anna y Gahiji, cuando el barco recibe un disparo
que destruye completamente su barco, haciendo que se hunda lentamente. Los
cazadores siguen luchando, cuando se quedan sin balas y sus municiones. Deciden
lanzarse los tres al mar, aunque sea riesgoso.
--Mueran
escorias --Dijo Temeas con voz pútrida.
El
barco estaba en llamas; destrozado. Los cazadores suben a la superficie y lo
ven arder, hasta que se hunde todo lo que transportaban, estaba ahora bajo el
agua. Segundos después, varios ahogados los intentan hundir, pero los cazadores
forcejean hasta el cansancio. El esfuerzo es en vano y finalmente, los ahogados
los arrastran hasta las profundidades del océano.
El
ruido del agua chocando contra la costa, hace que alguien despierte…
--¿Dónde
estoy? –Dijo Fowler aturdido.
Fowler
se levanta ya de noche, en una isla que no conocía y sus armas habían
desaparecido. Este comienza a caminar por la playa, hasta que alguien le
dispara una flecha en la espalda, haciendo que se caiga al suelo. Al voltear,
recibe un golpe de alguien y cae inconsciente. Horas más tarde, fowler
despierta en una celda oscura y que se encontraba en una cueva.
--Ha
despertado, traigan al cacique –Dijo un guardia indigena.
Fowler
es atado y es llevado a las afueras de las celdas, para luego ver al cacique: este
era un anciano con pelo negro, que llevaba plumas en la cabeza, además de tener
un atuendo que nunca había visto y pinturas de distintos colores en la cara,
manos y piernas. Este lo mira y se sorprende.
--Un
hombre de otra civilización –Dijo el Cacique.
--Me
llamo Fowler, he viajado desde muy lejos. Me han atacado y desperté en sus tierras
–Dijo con calma.
--Yo
soy Chocorí. ¿Por qué has viajado hasta aquí forastero?.
--Quiero
ir a la Isla De Las Cenizas.
--Esa
isla esta llena de maldad. Ningún hombre o mujer ha llegado a pisarla. Eres el
primer hombre que logra llegar vivo a nuestras tierras. Muchos han llegado sin
vida. El Dios Temeas custodia estos océanos de cualquier forastero que intente
conquistar las islas a su alrededor.
--¿Así
que es considerado un Dios?, si supieran que él también fue un forastero –Dijo
Fowler en su mente.
El
cacique deja ir a Fowler, pero con una condición. Debía traerle una piedra
negra, que contenía magia sagrada. Esta iba a ser usada para los cultivos.
Fowler sin opciones dijo que si, creyendo que escaparía solo, pero el cacique
le prepara una embarcación y a tripulantes dispuestos a morir por su tribu.
--¿Qué
diablos? –Dijo Fowler sorprendido.
Horas
más tarde, fowler sale junto a su tripulación hacía la Isla De Las Cenizas,
pero…¿Llegarán?.
A
la mañana siguiente, un cuerpo flota sobre el mar y un grupo de pescadores
deciden subirlo a bordo. El cuerpo Tenía ropa muy distinta a la de ellos y una
mascara que cubría su rostro. Los pescadores lo llevaron a su isla. Era
Aristeo, quien despierta en una cama. Allí lo ve un hombre que estaba sentado e
inspeccionaba su máscara. Este se levanta rápido de la cama y pregunta por
Melania. El hombre que estaba sentado, le dice que no había nadie llamado así. Aristeo
reacciona mal, se levanta, sale de la habitación y con mucho dolor en el
cuerpo, camina hacía la costa, donde pretendía ver a Melania pero no la vio por
ningún lado.
--No
hemos encontrado a ninguna mujer –Dijo el hombre.
--Ella
tiene que estar en algún lado, yo lo sé –Responde Aristeo preocupado.
--¿Cómo
te llamas viajero perdido?.
--Aristeo,
¿Y tu?.
--Soy
Galileo, el médico de esta isla.
--Ya
veo, ¿Eres el único médico?.
--Si.
--¿De
dónde vienes?.
--Del
mismo lugar que ustedes.
--¿Vienes
de la civilización?.
--Si,
pero no es el único lugar habitable como ves.
--Creí
que los monstruos habían destruido todo lo que estaba fuera de la civilización.
--Esos
son los engaños que han dicho los gobernantes del sur. Las zonas afectadas son
pocas, de hecho, solo hay criaturas hostiles en las islas inexploradas.
--¿Cómo
la Isla De Las Cenizas?.
--Allí
esta infestado de monstruos que se devoran entre si, por eso ningún humano ha
llegado hasta allá. Los monstruos se vuelven locos por la carne humana.
Aristeo
se quedó impactado al saber que el mundo era habitable y que habían distintos
tipos de monstruos. Luego de hablarle sobre los monstruos, ambos vuelven a la
casa de Galileo. Amablemente le ofrece
comida. Aristeo acepta y estos siguen conversando, hasta que Galileo le
pregunta a Aristeo por qué mencionaba la Isla De Las Cenizas. Este responde que
debían ir allá, por un objeto que le devolvería su poder a una bruja. Galileo
cambia su expresión, parecía estar enojado. Se levanta de la mesa y se acerca a
Aristeo.
--¿Por
qué deseas devolverle sus poderes a una bruja?, ellas son nuestros enemigos al
igual que los monstruos –Dijo Galileo.
--Ella
es diferente –Dijo Aristeo con seriedad.
--Te
ha dicho que su destino es estar contigo, ¿Verdad? –Preguntó Galileo con
frialdad.
Aristeo
miró sorprendido a Galileo.
--Si.
--¡Esas
son mentiras! –Dijo Galileo, tirando todo lo que había en la mesa.
Tras
tirarlo todo al suelo, galileo comienza a reír como loco, y le dice a Aristeo
que eran puras mentiras que decían las brujas para que su amo no las persiga.
--¿Enserio
crees que una bruja se enamoraría de nosotros?, nosotros las hemos matado por
años, ¿Crees que nos amarán? –Dijo Galileo riendo.
--¿Por
qué piensas así? –Preguntó Aristeo levantándose de la mesa.
Galileo
se vuelve a sentar, enojado con Aristeo por creer esas tonterías.
--Porque
creía lo mismo que tú. En mi juventud, cuando yo era cazador, una bruja me dijo
lo mismo que a ti. Yo le creí. Acepté casarme con ella, pero un día intentó
matarme y me dijo "nosotras solo hacemos esto, para ser libres de nuestro amo"
–Dijo Galileo con tristeza.
--Pero
no todas dirían eso –Dijo Aristeo.
--Quizá,
pero las brujas nos odian por matarlas en el pasado. ¿Crees que nos
perdonarían?.
--No
lo se. Su dolor quizá no sane, pero se puede iniciar de nuevo.
--No
es tan fácil quitar el resentimiento de un corazón destrozado.
Aristeo
se quedó callado, cuando alguien toca la puerta. Galileo va hacía la puerta, la
abre y una lanza atraviesa su pecho. Aristeo toma su espada y se prepara para
combatir.
--Galileo,
amado mío. ¿Creías que escaparías de mi? –Dijo una mujer.
--¿Qué
haces aquí Taara? –Dijo Galileo con voz temblorosa.
--He
venido a buscarte. Debes morir –Dijo Taara con frialdad.
--¿Qué
te he hecho?.
--Tu
sabes perfectamente lo que has hecho.
--¿Aún
me odias por eso?.
Taara
toma del cuello a Galileo y lo levanta.
--Por
supuesto. ¡Juraste no matar a más brujas y haces lo contrario!. Lo peor de todo
es que… ¡mataste a mi madre!.
Aristeo
miró a Galileo y este le cuenta la historia.
Galileo
era un cazador de alto rango, hasta que tuvo la misión de matar a un clan
entero de brujas. El cazador aceptó la misión de matar al clan, pero pidió un
equipo para matarlas a todas. El gremio había aceptado la demanda y Galileo
obtiene un equipo para matar al clan entero. Viajó durante días, hasta que llegaron
al escondite. Allí los compañeros de Galileo lo traicionan, disparándole en el
pecho. Este cae en el agujero que llevaba al escondite de las brujas. Galileo cae
en el medio de el circulo, las brujas lo miran furiosas y antes de matarlo, sus
compañeros saltan hacía ellas y las asesinan sin piedad. Galileo veía el mar de
sangre y se dio cuenta que no quería ser parte de esa masacre. Una bruja lo
rescata a él y se lo lleva a una cueva. Allí lo cura con su magia y este no
podía creer que una bruja lo había salvado. Feliz, se levanta y abraza a la
bruja, agradeciendo lo que había hecho por él, mientras que ella sonreía,
pensando que podría haber paz entre humanos y brujas, pero no fue así y la caza
siguió. Galileo se llevó a la bruja con el en sus viajes, donde comenzó un
romance hermoso. La bruja le confesó que era una bruja de Copea y que estaba
destinada a estar con Galileo. Los años pasaron y ambos deciden casarse, pero la
felicidad no duró mucho. Una noche, galileo caminaba por el pueblo, cuando unos
asesinos lo emboscaron y lo obligan a hacer algo que el había prometido no
volver hacer… Matar a una bruja. Galileo se negó, pero estos amenazaron con
matar a sus padres, los cuales tenían secuestrados. Galileo los insulta, pero
sin opción acepta la misión de matar a la bruja que ellos querían.
--Su
nombre es…
Galileo
se queda sin palabras, al escuchar el nombre de la bruja. Quería retractarse,
pero su familia moriría, y al tener miedo decide hacerlo. Días más tarde,
galileo le dice a Taara, su mujer, que saldría. Taara le cree sin dudar ni un
segundo qué es lo que su querido esposo estaba por hacer. Galileo sale de su
casa, y al cerrar la puerta, toma la pistola que tenía en el bolsillo, para
dirigirse al bosque donde se escondía un grupo de brujas, que querían la paz
entre la gente, para acabar de una vez con esa casería. Al llegar, lo reciben y
le preguntan de parte de quién venía. Galileo responde que venía en nombre del Tratado
De Paz. Entra y ve a la representante de las brujas, esta era nada más y nada
menos, que la madre de Taara.
--Lo
siento –Dijo Galileo con tristeza.
Tomó
su pistola y le dispara en el corazón, a la madre de Taara. Las brujas a su
alrededor enfurecen e intentan matarlo, pero los compañeros de Galileo entran
en escena y matan a todas las brujas, erradicando totalmente el Tratado De Paz.
Al año siguiente, la casería aumentó y el esfuerzo que tanto habían hecho, fue
en vano. Taara enfurecida por la traición, juró asesinar a Galileo.
--Escapaste
hasta aquí, a esta isla remota al otro lado del mundo, pero nunca pudiste pedir
perdón –Dijo Taara enojada.
--Si
te lo pedía, ¿Lo ibas a hacer? –Preguntó Galileo con tristeza.
--Si
me hubieras dicho la verdad desde el principio, en vez de mentirme aquella
noche, te hubiese ayudado.
--Lo
siento. De verdad, lo siento Taara –Dijo Galileo entre lagrimas.
--Ya
es tarde, pero hay algo que nunca supiste… Tus padres ya habían muerto antes de
que hagas esa misión.
--¿Qué
has dicho?.
--Lo
que acabas de oír.
--¿Fui…utilizado?.
--Si,
fuiste utilizado de una forma horrible. Las personas que te manipularon, son
las mismas que asesinaron a tus padres.
Taara
baja a Galileo. Este se levanta del suelo entre lagrimas, con el arma aun
incrustada en su pecho y su sangre manchando el suelo. Le pide a Taara que lo
mate, pero esta al ver su cara no pudo hacerlo.
--No
puedo. No puedo matarte…aun te amo Galileo.
--Entonces
muere conmigo Tarra. Muere conmigo y vivamos juntos por siempre.
Taara
miró a Galileo. Quitó la lanza de su pecho y lo curó con magia. Salen de la
casa, tomando sus manos y se alejan, dirigiéndose a un gran acantilado. Aristeo
intenta detenerlos, pero Galileo sonríe y le dice que estaba bien, era su
decisión morir con la persona que amaba. Taara y Galileo se miraron por unos
segundos, se sonrieron y se lanzaron al vacío, donde impactan con rocas
afiladas y atraviesan sus cuerpos en ella, para morir desangrados.
Aristeo
vio la escena y una tristeza recorrió todo su cuerpo, hasta que escuchó una voz
que reconoció al instante. Voltea creyendo que era Melania, pero no ve a nadie.
Aristeo mira por todas partes, gritando el nombre de Melania, pero nadie
responde. Al caer la noche, aristeo vuelve a la casa de Galileo y toma su bote,
para irse a la Isla De Las Cenizas, con esperanza de encontrarse con Fowler, melania,
gahiji y Anna. Así los cazadores viajaron por su cuenta, hasta la Isla De Las
Cenizas. Tras el largo viaje, por fin logra llegar a su destino. Al llegar, ve
a Fowler desembarcando con los guerreros más valientes de su tribu. Se acerca a
Fowler y este se alegra de ver a su camarada con vida.
--¿Dónde
está el resto? –Pregunta Aristeo preocupado.
--No
lo sé. Desperté sólo –Contesta Fowler.
--¿Crees
que estén muertos?.
--No
lo creo. Estarán en alguna isla, como nosotros. No morirán tan fácil. Además,
algo me dice que los encontraremos aquí –Dijo Fowler llevando la vista a la
isla.
Ambos
recorren la isla, cuando una araña gigante sale de entre los árboles y decide
atacar a los cazadores, pero estos logran matarlo, cortando sus piernas y cabeza.
--Nunca
he visto a un monstruo como este –Dijo Aristeo.
--Tampoco
–Contestó Fowler.
Fowler
comenzó a pensar en lo que el cacique le había dicho y le dice a Aristeo que la
isla estaba infestada de monstruos, pero Aristeo no veía ninguno.
--No
veo a ninguno…
--¡Cuidado!
–Gritó Fowler.
Aristeo
voltea y corta por la mitad, a un monstruo que salta hacía él con intención de
matarlo. Fowler se acerca a Aristeo y le dice que tenga cuidado, debían ir a
escondidas o morirían. Tras meterse en el bosque, los cazadores vieron a varios
monstruos que nunca habían cazado en su vida. Eran peligrosos, y como decía el
cacique…se mataban entre ellos por hambre. Los cazadores iban en silencio,
cuando un monstruo que tenía buen olfato corre hacía ellos. Los cazadores comienzan
a correr. Un monstruo salta desde la maleza y ataca a Aristeo. El monstruo
salta sobre él y muerde su hombro, pero Aristeo atraviesa su cráneo con la
espada.
--¿Estás
bien? –Pregunta Fowler.
--Esa
cosa casi me desgarra el brazo –Dijo Aristeo adolorido.
--Hay
que movernos más rápido.
Minutos
después, los cazadores logran perder a los monstruos.
--Según
el anciano, esta en la sima de aquella gran montaña, ¿No? –Preguntó Aristeo.
--Si.
Tenemos un largo camino, así que tapate eso, no queremos atraer a más monstruos
–Dijo Fowler con seriedad.
--Eso
intento –Contesta Aristeo, cubriendo su herida con una venda mojada que tenía
en el bolsillo.
Aristeo
tapa su herida y siguen su camino. Varios monstruos salen de la oscura maleza y
huelen la sangre en el aire, alocados, comienzan a seguir el rastro.
Fowler
y Aristeo caminaban hacía la montaña.
--Esto
hubiera sido peor si mis tripulantes hubiesen venido –Dijo Fowler.
--¿Hablas
de los guerreros que dejaste en la costa? –Contesta Aristeo.
--Si.
Al llegar a la isla, una tribu me recibió y me dejaron venir aquí con una
condición: Llevarles un objeto mágico que usarán para sus cultivos.
--¿Crees
que sean de fiar? –Preguntó Aristeo.
--No
lo sé, pero si logramos encontrar lo que necesita Melania, matamos dos pájaros
de un tiro.
Los
cazadores llegan al pie de la montaña y vieron que tardarían bastante en subir,
pero aun así deciden avanzar, hasta que un sonido extraño los hace voltear y se
ven emboscados por varios monstruos que eran horribles, con distinta forma y
tamaño. Los cazadores desenfundan sus armas, cuando los monstruos que eran más
de diez, se acercan a ellos con hambre y desesperación. Una lanza atraviesa el
cuello de uno. Fowler ve a su izquierda y ve a sus tripulantes correr hacía la
batalla. Tomando sus arcos, espadas, lanzas y escudos. Los tripulantes de
Fowler se enfrentan a los monstruos con valentía.
--¡Corran
ya! –Dijo uno de sus tripulantes, cuando un monstruos arranca su cabeza de un
mordisco.
Uno
de los guerreros es destrozado por la mirad, mientras la sangre caía al suelo.
Varios monstruos se comían los órganos de los guerreros, mientras estos hacían
tiempo para que puedan los cazadores puedan lograr su objetivo.
Los
cazadores vieron todo el caos, pero corren hacía lo alto de la montaña. A mitad
de camino se topan con un monstruo bastante grande, que estaba agarrado de la
pared, bloqueando el paso. El monstruo los mira con los ojos bien abiertos, una
sonrisa demoniaca y respiración lenta.
El
monstruo tenía pelaje negro, sucio, además era flaco, tenía cuernos, dientes
afilados, uñas largas con las que se mantenía en la pared enganchado y toda la
piel rasgada. El monstruo comienza a hablar con los cazadores, quienes no
entendían mucho.
--La
cima del Dios de la muerte –Dijo el monstruo con voz ronca.
--¿Dios
de la muerte? –Preguntó Aristeo.
--SI…si…¡SI!,
el Dios que nos trajo a todos. Él nos hizo matarlos a todos, a todos los
habitantes de esta isla. Los continentes vacíos están, porque… –Dijo el
monstruo exaltado.
Una
roca cae sobre el monstruo y lo aplasta. Los cazadores se quedaron confundidos,
pero siguieron hasta la sima, y al llegar se toparon a Wolf, quien usaba magia
negra para transformar a un cerdo, en un monstruo. El cerdo comenzó a hacer
sonidos extraños, hasta que comienza a desangrar, crecer y mutar en un monstruo
deforme. Este vomita lava con intención de quemarlos, pero los cazadores
esquivan con velocidad. Aristeo corre hacía el cerdo y con toda su fuerza, le
corta la cabeza. Los cazadores quedan contra Wolf, pero varias manos salen de
la tierra, llevándose a Aristeo.
--Nos
volvemos a ver Fowler –Dijo Wolf.
--Me
siento emocionado –Dijo Fowler con sarcasmo.
--¿Qué
has venido a buscar?.
--Respuestas
y objetos mágicos.
Wolf
comienza a reír, cuando Fowler corre hacía el, pero Wolf desaparece.
--Adiós
viejo Fowler –Dijo Wolf.
Fowler enfurece, pero escucha gruñidos
extraños. Una mano se clava en la tierra. Fowler voltea y ve al monstruo oscuro
que había sido aplastado, subir y ponerse de pie frente a él, con la cara
deformada y sediento de sangre humana.
El
monstruo estaba totalmente loco, pero era el segundo monstruo que podía hablar,
y quizás, uno de los únicos. Fowler toma su espada y mira al monstruo con
atención, pero este corre hacía él y antes de darse cuenta, el monstruo rasga
su cuello. Fowler se aleja mientras el monstruo lamía su sangre. Furioso,
fowler corre hacia el monstruo y corta uno de su brazos. El monstruo muerde su
hombro y lo lanza contra una roca. Fowler impacta su espalda y grita del dolor.
El monstruo se acerca a Fowler con lentitud, cuando una lanza atraviesa su
pecho. El monstruo cae de rodillas frente a Fowler y este ve a Aristeo. El
monstruo voltea y corre con sus ultimas fuerzas hacia él. Salta y Aristeo
atraviesa la boca del monstruo con su espada. Sin vida cae sobre Aristeo y este
cae al suelo, se quita de encima al monstruo, toma su espada y se dirige a
Fowler. Lo ayuda a levantarse y lo lleva a una cueva donde estaban Gahiji, anna
y Melania, quienes habían despertado en la isla.
Horas
más tarde, los cazadores logran descansar hasta el anochecer, pero aún debían
ir al barco. Toman fuerzas y caminan en silencio para no alarmar a más
monstruos. Al estar cerca del barco, un monstruo arrastra a Fowler por el suelo:
medía casi diez metros, musculado, su piel era de color marrón oscuro y tenía
muchas cicatrices en todo el cuerpo. Llevaba un taparrabos y de su espalda
salían manos oscuras que se extendían hasta seis metros de distancia.
Fowler
corta la mano con su hacha. Aristeo y Gahiji intentan ayudarlo, pero Anna se
lanza al ataque y corre hacia el monstruo. Este golpea el suelo y levanta el
suelo, pero Anna lo esquiva, lanza sus cadenas, las engancha y el monstruo
levanta su mano agresivamente, haciendo volar a Anna, quien lanza sus cadenas
en el aire y atraviesa los ojos del monstruo. Con rapidez cae en la cara del
monstruo quien golpea su cara para quitarse a la cazadora, pero esta salta y el
monstruo se golpea y cae al suelo. Anna cae sobre su pecho y con toda su
fuerza, lo abre e intenta atravesar su corazón. El monstruo grita y golpea a
Anna, quien sale volando e impacta con varios árboles, quedando destrozada.
Gahiji enfurece y corre hacia el monstruo con sus cuchillas. Salta y atraviesa
el corazón del monstruo, quien grita del dolor y los aturde a todos, libreando
una enorme cantidad de sangre. El monstruo explota y una gran cantidad de humo
negro se levanta en el aire. Gahiji corre manchado de sangre, hasta Anna, quien
estaba muy adolorida. Melania destroza el cristal del monstruo y todos regresan
al Barco que había usado Fowler para llegar. Era más grande. Los cazadores se
alejan de la isla, cuando un monstruo salta desde la costa y cae sobre Aristeo.
Este lo empuja con los pies y Anna atraviesa su cuello con una espada. La isla
era más peligrosa de lo que imaginaban. Los diez tripulantes de Fowler habían
muerto y si no salían de aquella isla, tendrían el mismo destino.
Fowler
revisa su bolsillo y el objeto que le había pedido Chocorí, estaba a salvo. Se
levanta y toma el timón, con destino a la isla, para saldar su deuda, mientras
veía a Gahiji atendiendo las heridas de Anna y Melania las de Aristeo. Fowler
estaba asustado, esto se ponía cada vez más peligroso y ni siquiera habían
comenzado.
Un
ave llega a los hombros de alguien enano, jorobado, sin ojos y con una túnica
negra. Cubría su cabeza con una capucha y su voz era ronca.
--Han
sobrevivido mi señor –Dijo con voz ronca.
--Eso
es perfecto. Jueguen mis cazadores, porque será cada vez mas difícil –Dijo
alguien con voz grave.