Chapter 2 - Benedict Alden Vortex

Quién hubiera imaginado que mi muerte sería decidida por un idiota que fracasó toda su vida

¿Beber alcohol y fumar cigarrillos sin control? Te merecías todas las enfermedades que tuviste.

¿Tu esposa nunca quiso lo que tú deseabas? Te merecías ese divorcio.

¿Tus amigos te abandonaron para convertirse en 'adultos funcionales'? Ellos tomaron la decisión correcta al alejarse de ti.

¿Tus padres nunca te quisieron? La verdad, me da igual, porque tú nunca fuiste amado por ellos.

Todo lo que te ocurrió, te lo tenías bien merecido. Pero no tenías que arrastrarme a tu desastre, hijo de puta.

Mala suerte... fue eso. Simplemente tuve mala suerte, estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. La verdad es que me siento bastante vacío; no sé qué habrá sido de mis padres, de mi hermana, o incluso de mis amigos. Solo espero que estén bien.

Nunca viví una vida de millonario ni experimenté aventuras grandiosas. Pero encontraba felicidad en las cosas simples de la vida.

El destino no fue amable conmigo, pero al menos parece que ahora tengo una segunda oportunidad.

¿Por qué me parece que tengo una segunda oportunidad?

Frente a mí se encuentra una mujer de presencia cautivadora. Su largo cabello, de un profundo azul nocturno, cae en ondas suaves hasta su cintura, con mechones morados intercalados.

Su piel es de un tono marfil impecable, suave y luminosa, contrastando delicadamente con el color vibrante de su cabello. Sus ojos, de un azul profundo que parece reflejar el cielo nocturno, están enmarcados por largas pestañas oscuras. La intensidad de su mirada es a la vez hipnótica y reconfortante.

Sus labios son de un tono rosa pálido, ligeramente más oscuro que su piel, con una forma perfecta y dulce. Su sonrisa, sus labios se curvan en una sonrisa serena, que ilumina su rostro y revela una fila de dientes perfectamente alineados y blancos.

Sus cejas, arqueadas con gracia, enmarcan su rostro de manera armoniosa, dándole un aire de sofisticación natural. Tiene un porte elegante y un aire de confianza, que parece saber más de lo que revela a primera vista. Sin duda alguna una mujer hermosa.

Para mí no es difícil saber que esta mujer es mi madre. No exactamente mi madre si no la madre esta vida. Al parecer reencarne. Gira mi pequeña cabeza dándome cuenta de la presencia de las otras figuras para ser más exacto 5 personas más.

La figura más prominente era un hombre alto, con una presencia imponente y un aire de autoridad natural. Su cabello rubio, brillante como el oro bajo la luz, estaba entremezclado con mechones verdes.

Su piel era de un tono ligeramente bronceado, con una textura suave y bien cuidada, sugiriendo que era alguien que pasaba tiempo al aire libre. Sus ojos, de un amarrillo dorado penetrante, brillaban con una intensidad. Estos ojos estaban enmarcados por cejas bien definidas, que le daban una expresión severa y a la vez encantadora.

Sus labios, de un tono rosado natural, eran delgados, pero bien formados, y cuando esbozaba una sonrisa, lo hacía con una confianza tranquila y segura. Tenía una mandíbula fuerte y bien definida, que añadía un toque de dureza a su rostro, equilibrando perfectamente la suavidad de sus otros rasgos.

Su nariz, recta y ligeramente afilada, daba un toque aristocrático a su apariencia. En conjunto, sus facciones transmitían una mezcla de dureza y encanto, como si cada rasgo hubiera sido esculpido con precisión para crear una imagen de poder y elegancia.

El hombre estaba perfectamente rasurado, lo que destacaba su mandíbula fuerte y definida. 

Este individuo conversaba con lo que parecía ser un médico. El médico, extremadamente delgado con piel pálida, vestía una camiseta blanca arremangada y un chaleco marrón. Su rostro mostraba signos de vejez, con un par de arrugas profundas que acentuaban su seriedad. Estaba manteniendo una conversación con el hombre rubio.

— Serán 100 Naris por mis servicios —dijo el médico con elegancia.

El hombre rubio le entregó un par de monedas, el médico le hecho un vistazo rápido y lo guardó en un bolso que parecía médico.

— Señor, le deseo un excelente futuro para su hijo — dijo el médico, asintiendo con seriedad.

El hombre rubio asintió, tomó su sombrero y se retiró del lugar. Quedaron en la sala solo cuatro personas, además de mi madre y yo. Mi curiosa mirada vio un poco más el lugar donde me encontraba.

Mi atención fue puesta en las otras personas de la habitación. Visualicé a otros tres individuos:

El primero era un hombre de edad avanzada que llevaba un traje formal. Su cabello canoso y sus múltiples arrugas. Su apariencia era refinada y mantenía un porte elegante sugerían que era un mayordomo de alto rango.

El segundo era un hombre más joven, de aproximadamente entre 30 y 40 años, tenía el pelo negro y su rostro tenía varias cicatrices. Vestía una camisa de manga larga de cuero grueso, pantalones y botas del mismo material. Llevaba rodilleras y una pechera metálica que cubría sus partes vitales, junto a otros accesorios. A su lado descansaba una espada en su estuche, no me costó dar que era un guerrero

Por último, había una mujer muy joven, probablemente en sus veintitantos años. Su cabello castaño estaba recogido en un elegante peinado. Llevaba un vestido que recordaba al del mayordomo mayor, aunque de un diseño más simple. Ella parecía ser una mayordoma de menor rango. 

El hombre se acercó lentamente a la cama. Tomó suavemente la mano de la mujer y se inclinó para estar a la misma altura. Ambos empezaron a mirarme fijamente.

"Esto es un poco incómodo," pensé. No podría hacer mucho con pequeño cuerpo

Las otras tres personas se acercaron con curiosidad sus me analizaban detalladamente, y yo los miraba con bastante incomodo. No habían dicho mucho, solo me miraban; ¿acaso eran mudos? La mujer, pronto, habló con gentileza mientras mecía tranquilamente al bebé.

— Querido, ¿cómo le pondremos a nuestro hijo?

El hombre miró a la mujer, y hubo un contacto visual que duró unos segundos antes de que ella esbozara una sonrisa tranquila.

— Está bien... Puedes hacerlo. No tengo problema con el nombre.

El hombre miro por unos segundos antes de hablar nuevamente

— Puedo... cagarlo.

La mujer asintió con la cabeza. Con cuidado, la mujer pasó al pequeño bebé a los brazos del hombre, quien lo recibió con gran ternura. Aunque no podía saber exactamente lo que sentía en ese momento, parecía estar experimentando una mezcla de felicidad y emoción. Cualquier cosa alegre podría estar atravesando su corazón.

Benedict Alden Vortex. Era el nombre de mi hermano menor. Lleva su nombre con gran orgullo.

Habló tranquilamente mientras una pequeña sonrisa nostálgica se dibujaba en su serio rostro.