Terminada la reunión, nos retiramos, cada quien a nuestros respectivos deberes.
Yo me tuve que retirar hacia mi oficina real y comencé a buscar documentos acerca de Melissa, pues quería ir con ella a disculparme en nombre de todo Sorenberg por tenerla cautiva y casi llevarla a la hoguera siendo ella inocente de todos los cargos que se le imputaban.
Comencé a buscar documentos acerca de su paradero, especialmente su lugar de residencia pues en alguno de los documentos criminales tenía que estar. Continué buscando entre los cajones hasta que por fin di con un documento el cual contenía su perfil y su dirección de vivienda.
"Ah aquí está," dije en voz alta, resulta que Melissa vive a las afueras del castillo, en medio del bosque de Sorenberg en una pequeña aldea llamada Borg.
Rápidamente tomé mi abrigo, una espada y una pistola la cual escondí dentro de una de las bolsas de mi abrigo pues uno nunca sabe cuando una pistola sería útil. Me pongo una capucha y escondo todo rastro de ser un monarca para no levantar sospechas y para no asustar a los aldeanos de Borg y piensen que estoy de cacería de brujas.
Salgo del palacio caminando por los pasillos y voy en dirección al establo. Ahí mismo veo a mi caballo pastando, lo acaricio un poco y luego me subo a el. Comienzo a cabalgar por toda la ciudad a toda prisa esquivando a los transeúntes que cruzaban de calle en calle, al fin salgo del castillo y con un mapa voy guiándome para llegar a la aldea de Borg.
Resulta que la aldea está a unos cuantos pasos del Río Gray, por donde generalmente llevamos a los caballos a tomar agua y a pastar un rato. Después de unos momentos cabalgando finalmente llegué a Borg, justo a un lado del Río Gray, ahí me quedé un rato. Mi caballo bebió un poco de agua y yo también coloqué un poco de agua a mi cantimplora, no había problema para mi tomar agua del río pues esta era sumamente limpia y cristalina.
Con mi cantimplora di una gran bocanada de agua fresca y frente a mi logro divisar una pequeña aldea.
Me subo de vuelta a mi caballo y comienzo a caminar lentamente dentro de la aldea siguiendo un pequeño camino de piedra. La gente a mi alrededor eran campesinos y todos en ese momento estaban trabajando en los quehaceres del campesinado, algunos recolectaban leña, otros estaban cultivando, otros llevaban a sus becerros y vacas a pastar a la gran pradera verde a las afueras del bosque, otros estaban ordeñando a sus vacas. Todos ellos comenzaron a voltearme a ver de una manera poco extraña pues no estaban acostumbrados a ver forasteros ni extranjeros en estas partes del reino.
Lentamente comienzo a hurgar en unos documentos que había llevado conmigo y por fin doy con la vivienda de Melissa. Era una pequeña cabaña en medio de un gran árbol de roble, tan grande que sus ramas cubrían incluso la luz del Sol. Me acerqué a la cabaña y ahí encontré a Melissa de espaldas hacia mi y regando unas pequeñas flores en su jardín botánico.
Lentamente me paro y bajo de mi caballo.
En eso, Melissa voltea hacia atrás y se queda boquiabierta viéndome.
"¿Qué se le ofrece, forastero? ¿viene en busca de una poción mágica?"
"No, nada de eso," le digo a Melissa.
"Soy yo, su majestad Ferdinand, tal vez no me reconozca por el atuendo que llevo encima."
"Ah es usted!," dijo Melissa pegando un grito en el cielo, de repente toma su báculo y lo apunta hacia mi.
"Lárguese de aquí, que no ve que aquí no queremos a los cazadores de brujas."
"Disculpe, no vengo a cazar brujas, sino que vengo a pedirle disculpas en nombre de todo el reino de Sorenberg." Dije mientras me arrodillaba con una sola rodilla.
"Verá, vengo en paz, solo quiero disculparme. Fue un error el que mi reino cometió al tenerla sometida en esa sucia mazmorra durante un día."
"Si, el verdadero crimen fue meterme a ese lugar," dijo Melissa sosteniendo su báculo con las dos manos y continuando apuntándolo hacia mi rostro.
"Por favor, baje su bastón, no vengo a perjudicarla. Desconozco si escuchó mi discurso de la mañana."
"Si, si lo escuché, pero no creo una sola palabra de usted o de cualquier noble cristiano."
"Por favor, vine hasta aquí con usted para que me crea, yo solo quiero ayudar a las brujas como tú. Yo no creo que ustedes sean mensajeras de Satanás ni nada cercano a eso. Creo que las brujas pueden ser de gran ayuda, incluso tengo el ambicioso plan de crear una civilización mágica donde las brujas sean la clase social dominante. ¿qué te parece?"
"Muy idealista su propuesta." Dijo Melissa la cual por fin procedió a bajar su báculo y a mostrar menos agresividad.
"Bien y qué te parece Melissa, puedes trabajar en el reino conmigo en varios proyectos, puedes incluso traer a otras brujas de la aldea a colaborar conmigo."
"Bien, su majestad, pero debo de advertirle algo. Yo soy la única bruja que queda del pueblo, posiblemente la única que queda en toda la tierra conocida, y eso es porque me escondí con gran audacia de las autoridades cristianas durante largo tiempo, a diferencia de mis compañeras quienes sufrieron una tortuosa persecución por parte de las autoridades reales y de la iglesia cristiana. "
"Pido perdón en nombre de todo Sorenberg," dije a Melissa, "y en nombre de las autoridades cristianas, pues a decir verdad, ese no es un comportamiento digno de un cristiano, el de perseguir a nuestros enemigos, la religión habla de perdonar a los enemigos, pero al parecer nadie cumple siquiera con los principios cristianos, ni aquellos que se dicen fervientes seguidores de la fe."
"Pero su majestad, cómo piensa llevar a cabo esa civilización mágica sin brujas ni magos?"
"Esa es la cuestión, pero te tengo a tí, tú me serás de gran ayuda."
"Yo solo soy una jóven bruja, ni siquiera conozco todos los hechizos, solo he estudiado algunos cuantos con la ayuda de mi abuelo quien recientemente fue perseguido por la iglesia y castigado en la hoguera. Como le mencioné anteriormente, yo soy la única bruja que queda, no hay mucho que yo pueda serle de ayuda."