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Xia Fanxing llegó justo cuando lo hizo la ambulancia.
La niñera se encontraba allí sin poder hacer nada y, al ver a Xia Fanxing, vio una salvadora —Señora, por fin ha llegado. Dijeron que el joven maestro tiene gastritis aguda, debe ser hospitalizado.
En ese momento, el médico ya había subido a Mu Hanchen a la camilla —¿Quién es el familiar del paciente? Vengan conmigo al hospital para realizar los trámites.
—Yo soy, iré con usted —Xia Fanxing siguió de inmediato al doctor hacia la ambulancia.
El rostro de Mu Hanchen se veía aún más aterrador de lo que Xia Fanxing había imaginado.
Y sus cejas estaban constantemente fruncidas, mostrando cuánto dolor sentía.
Su memoria de repente regresó al año en que se enteró del accidente automovilístico de Mu Hanchen.
Para cuando recibió la noticia, Mu Hanchen ya había estado en coma por más de un mes.
En la habitación del hospital, yacía como si estuviera durmiendo, tan silencioso como un ángel.
Pero su cuerpo estaba lleno de tubos.