Y Chunlan, quien estaba a su lado, inexpresivamente sacó la daga y se la clavó de nuevo en el pecho.
Después de varias puñaladas, su pecho estaba empapado en sangre...
Después de haber hecho todo esto,
Chunlan sacó la daga y retrocedió siete u ocho pasos.
—Tú... —Chu Tianjiao miró a Chunlan con incredulidad, la sangre brotaba de su boca.
—¿Por qué harías algo así?
La expresión de Chunlan era indiferente:
—No hay ningún porqué, ésta siempre ha sido mi misión.
—Je... —Chu Tianjiao sonrió con desdén—. Nunca pensé que yo, que he sido sabio toda mi vida, caería en tus manos.
Una frialdad apareció en los ojos de Chunlan:
—¿Sabes qué es lo que más odio? En primer lugar, la marca de esclava en mi cuerpo; en segundo lugar, el veneno dentro de mí... Chu Tianjiao, tu vida ha llegado a su fin, es hora de que te marches.
Chu Tianjiao soltó una risa desolada y cayó hacia atrás.
Chunlan, sin un ápice de emoción, lo lanzó a las llamas en medio de las ruinas y se fue...