Anpei Kenjiro se sintió mareado al escuchar estas palabras.
—¿Quién le dijo que se moviera, no dije que todo debería seguir según el plan? —casi gritó.
—Fue mi hermana quien actuó por su cuenta, yo recién me acabo de enterar —Hermana Hong permaneció en silencio un rato, luego sollozó.
Anpei Kenjiro apretó los puños, un aura de muerte brotó de él, convirtiendo instantáneamente la vegetación circundante en polvo.
—Tu identidad no ha sido expuesta, ¿verdad? —preguntó fríamente.
—Aún no lo sabemos, probablemente no. Padre, ¡debes vengar a mi hermana! Murió de manera tan miserable, ese bastardo le chupó toda la esencia —dijo Hermana Hong.
—Cálmate, sigue el plan. No te preocupes, cuando regrese, ¡definitivamente haré pedazos a ese bastardo! —instruyó Anpei Kenjiro con voz profunda.
—¡Sí!"
—Hermana Hong respondió entre lágrimas y, después de colgar el teléfono, su rostro ya estaba inundado de lágrimas.