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Long Fei y Lin Yingying se miraron el uno al otro, luego dirigieron sus miradas a Chu Feng, quien se mantenía erguido junto a ellos. Compartían un único sentimiento en sus corazones.
¡Genial!
Oponerse abiertamente al recién elegido Cabeza de Dragón en medio de un grupo de ancianos del jianghu.
Solo Chu Feng podía enfrentarse a un ejército sin caos.
Los subordinados y guardaespaldas de Gao Yan mostraron un atisbo de disgusto, y un maestro de incienso del Salón Interior incluso gritó:
—¿Quién está armando tal alboroto, perturbando las reglas de la Secta Hong?
—¿Quién te envió?
—¿Qué estás oponiendo?
—¿Qué te has creído, causando problemas aquí?
No bien había hablado, cuando el resto de los secuaces de Gao Yan se unieron al reproche, empujando y rodeando a Chu Feng.
Al principio, pensaron que era alguien dispuesto por Zhang Leguo y no querían involucrarse.
Con el respaldo de los viejos líderes de arriba, no tenían preocupaciones.
