Lin Yingying tiró de la manga de Long Fei y mostró una sonrisa apenada a los oficiales.
En su corazón, se preguntaba cuándo Long Fei había desarrollado un umbral tan bajo para la risa. ¡Reír tan fuerte en una situación tan seria no era bueno para explicar las cosas en absoluto!
Geng Xiaojun ya desde hacía tiempo encontraba a Long Fei desagradable, y ahora había aprovechado su oportunidad, señalándolo y gritando:
—¿Cómo se infiltró un paleto como tú aquí? El maestro está hablando, ¿de qué diablos te ríes?
Su séquito de hijos de oficiales se unió a la burla:
—Sí, ¿quién demonios eres tú? ¿Es este un lugar para que te rías?
—Paleto, ¿has perdido la cabeza? Créelo o no, puedo hacerte encerrar por unos días para ver si te gusta eso.
—¿Hay alguien cerca? ¡Saquen a este idiota de aquí!
...
El rostro de Geng Liang también se amargó, dado que el Maestro Tang Fengnian era respetado y valorado por los altos rangos de la Provincia Sur del Yangtze.
