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Zhang Yinyang, Yang Hao, junto con otros hombres y mujeres, vieron a los fantasmas retroceder y se levantaron del suelo. Sin decir una palabra, se agolparon alrededor de Long Fei. En sus ojos, Long Fei era el bote salvavidas en una inundación. Cualquiera que se acercara a él tendría una oportunidad de vivir. Trataban de permanecer tan cerca de Long Fei como fuera posible, pues aunque los fantasmas se habían ido, no se habían alejado mucho. Yang Hao estaba rojo de vergüenza, nunca dispuesto a aceptar la superioridad de Long Fei, pero ahora tenía que pedirle ayuda para salvar su vida. Pero Long Fei los ignoró. Armó una tienda en el pabellón, preparado para pasar la noche allí. Después de todo, el camino para bajar de la montaña no era fácil de navegar por la noche.
Los ojos de Li Zhenni se agrandaron, pensando para sí misma: