—Deberías saber que durante estos últimos años, había unificado el Mundo del Dao Marcial del Sudeste Asiático y había matado a innumerables Grandes Magos, no solo confiando en el ataúd en su palma sino, más importante aún, en su técnica definitiva que era la verdadera as bajo la manga —dijo Melo—. A menos que fuera un momento crítico, definitivamente no desataría su carta del triunfo casualmente. Como era hechicera, había cosas extraordinarias en ella naturalmente.
—Sin embargo, la existencia de la Palma de Exterminio le hizo darse cuenta de que había obstáculos verdaderamente insuperables en el mundo —continuó reflexionando—. También extinguió completamente su determinación por la venganza.
—Maestro Melo, ¿de verdad te estás dando por vencido? —preguntó uno de sus seguidores.