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Tap, tap...
Guo Yi caminaba lentamente hacia el Hermano Chen.
—Tú... ¡detente ahí mismo! —El Hermano Chen sabía que no era rival para Guo Yi y dijo—. Yo... sé que eres un Daoísta Marcial. Pero... no creas que nuestra Escuela de Artes Marciales Inglesa no tiene respaldo. Te advierto, nuestra Escuela de Artes Marciales Inglesa tiene a un Gran Maestro como pilar.
—¿Gran Maestro? —La boca de Guo Yi se torció en una sonrisa burlona, un rastro de crueldad fría en su sonrisa—. Bajo el Dao Celestial, todos los seres son como perros callejeros. ¡Incluso un Gran Maestro no es la excepción!
¡Crack!
Con un pisotón, las piernas del Hermano Chen quedaron aplastadas en el acto, y si se observara bajo una tomografía computarizada, uno encontraría que los huesos de sus piernas se destrozaron en innumerables piezas. A partir de ahora, solo podría depender de una silla de ruedas o de prótesis para moverse.
—¡Aah! —El Hermano Chen comenzó a gritar de dolor inmediatamente.
