Guo Yi se encontraba fuera del gran salón, vestido con ropas blancas simples, su piel tan clara que parecía hecha de fino jade, translúcida y hermosa. Sus deslumbrantes ojos negros parecían ver a través de todas las tristezas de vidas pasadas y presentes, tornándose en medias lunas cuando sonreía, y pareciendo estrellas frías cuando estaba serio. Su nariz recta y sus labios rojos brillantes se suavizaban cuando sonreía levemente, como si plumas de cisne flotaran hacia abajo, dulces como el azúcar, pero cuando estaba en silencio, era tan severo como el hielo. El perfil de su rostro era como si hubiera sido tallado con un cuchillo, con líneas afiladas, pero aún retenía una belleza suave.
—Tan hermoso.
—Definitivamente es un dios masculino sin igual.
Las discípulas del Valle de la Espada no pudieron evitar volver sus cabezas y perder sus corazones.
—Es incluso más guapo que esos ídolos K-pop de Goryeo.
