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¡Boom!
Una enorme Palma de Llama golpeó hacia abajo y el agua del mar en el área central parecía ser succionada instantáneamente—cientos de metros de profundidad, el lecho marino quedó expuesto hasta donde alcanzaba la vista. Olas de decenas, incluso cientos de metros de altura, surgieron hacia todas direcciones, abrumando el cielo y la tierra.
¡Crash!
Las inmensas olas se estrellaron imprudentemente, arrastrando todo a su paso.
Los vampiros cerca del centro tuvieron sus cuerpos destrozados en el acto, convirtiéndose en una masa informe y desapareciendo en el mar interminable. Incluso aquellos más alejados no se salvaron; fueron atrapados por las enormes ondas de choque y lanzados a grandes distancias, arrojados a decenas de metros de distancia.
—Dios mío —exclamó Carmelo con los ojos abiertos de par en par.