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Guo Yi negó con la cabeza.
La puerta principal se abrió y una voz melodiosa resonó:
—Liu Yihan, ¿sobre qué estás gritando?
—¡Liu Qian, tienes que ver quién está aquí! —Liu Yihan parecía finalmente listo para compartir tal diversión.
—Liu Qian asomó la cabeza y luego dijo:
—¿Quién está aquí?
—¡Guo Yi! —exclamó Liu Yihan emocionado.
Su emoción no se debía a que no había visto a un viejo amigo durante mucho tiempo, ni porque un pariente estuviera de visita. Era simplemente porque había encontrado un blanco que sentía que podía burlar. Después de todo, Guo Yi solía ser el orgullo de la familia Guo. Cuando su madre aún estaba viva, Guo Yi a menudo volaba a Jingdu con ella por diversión. En aquel entonces, el estatus de las dos familias se consideraba igual, y los negocios de la familia Guo estaban en ascenso. Lo que comparaban no eran posesiones materiales sino conocimiento.