Esta frase, cuando se aplica a Lin Wen, también es muy adecuada.
—¡No sé! —Guo Yi sacudió la cabeza.
—Él es el hijo de Lin Jiayin —dijo alguien en tono burlón—. No es alguien con quien te puedas permitir meterte.
—¡Así es! —dijo otro.
—El Joven Maestro Lin no es alguien a quien un niño pobre como tú podría provocar —añadió otro.
En la multitud, aquellos que no conocían a Guo Yi gritaban uno tras otro.
Justo cuando alguien estaba a punto de adelantarse para explicar, Liu Ziheng y Wei Shaoze se apuraron a detenerlos.
—¡En un lugar como este, mejor no te metas! —Liu Ziheng miró fijamente a algunas personas. Todos bajaron la cabeza, sin atreverse a hablar más.
Guo Yi sonrió y dijo:
—¿Lin Jiayin?
—¿También conoces a mi padre? —Lin Wen resopló fríamente—. Ahora ponte de rodillas y hazme una reverencia, entonces quizás te perdone.
—Lin Wen, no te pases —dijo Liu Ruyan con un toque de indignación.
