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Una Píldora de Limpieza de Médula bajó y el rostro de Wang Quanfu se tornó rojo como un betabel, su expresión retorcida de dolor.
—Niño, ¿puedes hacerlo?
—Si no, solo admite la derrota.
—Matar a alguien accidentalmente en el tratamiento, ¿puedes asumir esa responsabilidad? —Ancianos de la Sala Bagua se burlaron y mofaron desde las líneas de banda.
—¡Silencio! —Guo Yi rugió.
Lo más molesto durante el tratamiento era ser interrumpido. Este anciano no solo era terco y de opinión propia, sino también molestamente ruidoso. Si no fuera por darle la cara a Shen Congwu, Guo Yi ya lo habría abofeteado desde lejos.
Un rugido silenció la escena instantáneamente, y el rostro del anciano se puso aun más rojo de ira.
El silencio era ominoso. La ira de Guo Yi no perdonaba ni a los ancianos de la Sala Bagua, y mucho menos a esta gente común.