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—Hu-chi...
Un aliento turbio fue exhalado de su cuerpo.
—¡Ha atravesado!
Tang Ru se puso de pie derecha, sus ojos brillando como estrellas mientras fijaba su mirada en el cielo azur donde la luna aún colgaba en el aire. Tang Ru levantó la mirada al cielo y aulló:
—Finalmente he alcanzado la cima del Gran Maestro de Artes Marciales. Maestro no me engañó, con la ayuda del alma de la Bestia de Magma, mi camino en la cultivación ha sido tan suave como navegar con viento a favor.
—Algún día, poseeré el poder del que hablaba Maestro, de tragar estrellas y engullir lunas.
—¡Maestro, te haré sentir orgulloso!
Habían pasado tres días y Tang Ru había entrado suavemente en la cima del Reino del Gran Maestro Marcial, lo que le sorprendió. Teniendo en cuenta que solo habían pasado tres meses desde la ceremonia para convertirse en aprendiz, nunca imaginó que se convertiría en lo que una vez pensó que era una existencia inalcanzable.
