—Presumiendo —se burló Guo Caixia con desdén.
—Ya que vamos a competir, ¿por qué no hacerlo interesante con una apuesta, eh? —Guo Ping dijo con una sonrisa burlona—. ¿Te atreves?
—Tú... ¿qué quieres apostar? —Guo Yi se burló con menosprecio.
—Si pierdes, te arrodillas en el suelo y me haces tres reverencias —Guo Ping dijo entre dientes, mirando fijamente a Guo Yi—. ¿Qué tal? ¿Te atreves?
—¡Me atrevo! —dijo Guo Yi, su expresión inalterada.
Todo el mundo estaba sorprendido.
Subsecuentemente, Guo Yi alzó las cejas y dijo:
—¿Y si tú pierdes entonces?
—¡Yo no voy a perder! —Guo Ping endureció el cuello y declaró con ira—. ¡El único que va a perder hoy solo puedes ser tú!
—¿Y si? —preguntó Guo Yi con una sonrisa.
—Si por alguna casualidad pierdo, haz conmigo lo que quieras —dijo Guo Ping, apretando los dientes.
—¡De acuerdo! —asintió Guo Yi y dijo—. Ese Porsche 718 en la puerta es tuyo, ¿verdad?