—Que tengas un día maravilloso, querida —el viejo maestro le aconsejó afectuosamente a su nieta antes de partir hacia la oficina. Pronto, se embarcaría en su viaje de negocios al extranjero.
—Abuelo, por favor cuídate en el camino, no te esfuerces demasiado, y recuerda comer tus comidas y tomar tus vitaminas, ¿vale? —Hera le recordó cariñosamente a su abuelo antes de separarse.
El viejo maestro rió con ganas, las palabras cuidadosas de su nieta calentaron su corazón como un fuego rugiente. Con un gesto de asentimiento, le dio unas palmaditas en la cabeza antes de despedirse y emprender su camino.
—Jovencita, permíteme acompañarte a tu destino —ofreció Cindy, siguiendo de cerca a Hera y Athena.
—Está bien, Cindy. Vamos a pedirle al conductor que nos lleve a la concesionaria para recoger el coche de Athena. Sé que tienes otras tareas que atender, así que no hace falta que nos acompañes por mi conveniencia —aseguró Hera, colocando suavemente una mano en el brazo de Cindy.