Tan pronto como hizo esta pregunta, la temperatura en el coche bajó levemente.
—Si dijera que estoy seguro, ¿estarías dispuesta a ser realmente mi novia? —Sang Minglang sonrió después de un largo rato.
Zhang Xue se mordió el labio. Por supuesto, ella... estaba más que dispuesta.
De lo contrario, no habría dejado su trabajo en el bar e intentado con todas sus fuerzas entrar en la empresa de la familia Sang para convertirse en la secretaria de Sang Minglang.
Aunque principalmente hacía trabajo periférico como su secretaria, con tal de verlo de vez en cuando separados solo por una pared, ya estaba muy satisfecha.
Tenía que admitir que cuando Sang Minglang la ayudó aquella noche en el bar, ya había desarrollado sentimientos por él.
Lamentablemente, él no parecía tener otras intenciones hacia ella, siempre manteniendo una distancia educada y lejana.
Sin embargo, las cosas fueron diferentes esta vez cuando la llamó de repente y le pidió que viniera a Pekín.