Qin Lan se detuvo. Pensó en lo que Su Wan le había pedido y suspiró lentamente. —No sé qué pecado he cometido. Ustedes pueden encargarse de sus propios asuntos. Si necesitan la ayuda de Mamá, solo avísenme.
Esta joven pareja debía tener un problema de relación. La confianza entre ellos se había derrumbado hace tiempo. De lo contrario, no habría llegado a este punto.
Esto era lo último que Qin Lan quería ver, pero no podía decidir nada.
Todavía tenía que dejar que ellos lo resolvieran por sí mismos.
Al ver a Su Wan arraigada al suelo, Qin Lan le tomó la mano y sonrió. Dijo con firmeza —Wanwan, Mamá sabe que te gusta Jing Chen. Mientras tu amor perdure, Mamá siempre será tu fuerte apoyo.
Qin Lan apretó su mano aún más fuerte, como si quisiera pasarle su fuerza a Su Wan. —Mamá nunca les permitirá divorciarse.