Su Wan estaba muy enfadada. Después de colgar la llamada con Xia Jing, llamó a Lin Yu.
—Lin Yu, ya dije que la persona que amo es Jing Chen. No me casaré contigo. El niño en mi vientre también es de Jing Chen. ¿Aún quieres que tu madre me ate a ti de esta manera? Déjame decirte, ¡de ninguna manera! ¡No me casaré contigo aunque muera! —exclamó Su Wan con ira.
—Señorita Su —el tono de Lin Yu era tan calmado como siempre—. Primero, no le dije a mi madre sobre tu embarazo. Segundo, dije que no te forzaría. Está bien siempre y cuando seas feliz. Por último, yo soy yo, y mi madre es mi madre. Solo me enteré de lo que hizo ella esta mañana.
Lin Yu explicó con calma, como si no tuviera miedo en absoluto al cuestionamiento y la ira de Su Wan.
Su Wan se quedó ligeramente atónita. No esperaba que Lin Yu tuviera tal reacción. Era como si hubiera golpeado algodón y no sintiera nada.
Sin embargo, la actitud de Lin Yu hizo que Su Wan se preguntara si lo había juzgado mal.