—Su Wan tomó un sorbo de café y frunció el ceño.
El café que entró en su boca era aún más amargo.
Su Wan abrazó el café y las lágrimas caían en él una a una. No podía detenerlas por más que lo intentara.
Xia Jing abrazó suavemente el hombro de Su Wan y la palmoteó gentilmente. —Wan wan ha llorado mucho hoy, pero no has dicho nada. También me haces sentir mal.
—Wan wan, si todavía me consideras tu mejor amiga, ¿puedes decírmelo? Si puedo ayudarte, me sentiré mejor que viéndote sufrir.
Xia Jing solía ser despreocupada, y era raro que hoy se mostrara emocional. Persuadió a Su Wan suavemente, con la voz entrecortada.
Cuando Su Wan escuchó esto, sus hombros temblaron violentamente, pero aún así no dijo nada.