Bai Lian había estado encerrada en el apartamento durante un día.
La comida se la enviaban, pero Jing Chen no aparecía por ninguna parte, aunque ella lo esperaba con ansias cada minuto.
Bai Lian se sentó en el sofá y no paraba de escribir en su teléfono y en WeChat.
Después de un buen rato, dejó su teléfono y sonrió como si estuviera decidida a ganar. —Jing Chen, no puedes ser tan desalmado. Tengo una manera de hacerte aceptarnos. ¡Y a Su Wan tampoco la voy a dejar que lo tenga fácil!— Este "ellos" también incluía a Xia Jing.
Bai Lian nunca olvidaría la humillación que Xia Jing le había provocado la última vez. Agarró su teléfono con fuerza, como si quisiera aplastarlo.
…
Beep—Beep
Su teléfono vibró. Su Wan buscó a tientas con los ojos cerrados y contestó la llamada.