Cuando Bai Lian vio a Jing Chen, se precipitó hacia él como si hubiera encontrado su columna vertebral.
Inesperadamente, Jing Chen la miró fríamente, la apartó con un gesto y se fue.
Esta reacción dejó atónita a Bai Lian. Miró en la dirección en la que Jing Chen caminaba, en shock, y lo siguió sin dudar, con una expresión aterradora.
Dondequiera que iban, todos se apartaban, temiendo ser implicados.
—Jing Chen, no puedes dejarme. Me volveré loca. ¡Moriré! ¡Moriré! —Bai Lian se abalanzó y abrazó a Jing Chen por detrás, con los ojos turbulentos y asustados.
—Vuelve a la habitación —Jing Chen miró al frente, su mirada era impredecible. Agarró la mano de Bai Lian poco a poco y la apartó.
Se volvió y la miró a Bai Lian, haciendo que su corazón se sobresaltara. Se calmó, pero sus lágrimas seguían fluyendo. No se movió y se quedó allí un rato. Jing Chen estaba a punto de irse con impaciencia.
Inmediatamente Bai Lian agarró su manga y dijo ansiosamente: