El conductor no dejó de parlotear solo porque Su Wan lo ignorara.
Incluso se volvió peor.
—No pareces ese tipo de persona. ¿Todo lo que hay en Internet es falso?
—…
Su Wan deseaba poder ponerse tapones en los oídos y fingir que no escuchaba nada.
La voz de Bai Lian resonó de nuevo en sus oídos.
Bai Lian dijo:
—Esto es un regalo de la Señorita Su. Como la hermana de Jing Chen, no esperaba que ella me dañara. Estaba demasiado feliz e imprudente. De lo contrario, ¡no me habría quedado lisiada!
El conductor siguió hablando y la velocidad del coche disminuyó mucho. Parecía estar interesado en esto.
—Señorita Su, diga algo. ¿El silencio significa que lo admite?
Su Wan permaneció en silencio.
Justo cuando el conductor iba a acelerar,
Su Wan rogó:
—Conductor, ¿puede acelerar?
Era más lento que un caracol.
El conductor dijo descaradamente:
—¡Esto es un vecindario! Si alguien sale y los atropello, ¿usted va a ser responsable?
