Pero antes de que Jiang Ran pudiera terminar, Jiang Guo dio un paso adelante y recogió el libro con mucho cuidado.
—¿Dónde lo encontraste? ¡He pedido a alguien que busque esta copia única durante mucho tiempo, pero aún no he podido encontrarla!
Era un libro de ajedrez, y Jiang Guo era un adicto al ajedrez. Había pedido a alguien que buscará este libro de ajedrez hace un año.
Acababa de enterarse de que un anciano tenía este libro de ajedrez en su poder.
Jiang Guo incluso había ofrecido un precio alto para comprarlo, pero ese anciano se negó a venderlo sin importar qué.
Nunca había pensado que este libro de ajedrez aparecería frente a ella de esta forma.
—¡Eso es genial! Jiang Yu, ¿cómo supiste que he estado buscando este libro antiguo?
—¡Es un tesoro invaluable!
En un instante, muchas personas pudieron decir que el regalo que Jiang Yu había sacado no era basura, sino algo de un valor incalculable.