Yuan Mei ya no le importaba mucho Jiang Yu. Cuanto antes bebiera esta pequeña cosa, antes acabaría con ello.
El jugo de limón sabía ácido y amargo en su boca. Yuan Mei nunca había bebido algo tan terrible en su vida, a pesar de que era auténtico jugo de limón.
—¡Bébelo! —se regodeaba Li Lu—. ¿Jiang Yu, no quieres asumir una pérdida incluso cuando estamos grabando un programa?
No era que Jiang Yu no se atreviera a beber el jugo de limón, sino que ya había descubierto las pistas.
No era que quisiera difamar a Jiang Ran, pero los eventos pasados habían demostrado que Jiang Ran no tenía un cerebro tan bueno.
Cada cosa que había hecho para incriminarse estaba llena de errores, y ella siempre los descubría.
Esta vez no fue la excepción.
¿Por qué Yuan Mei lo había encontrado a él y a He Zhen para hacer equipo con tanta prisa? ¿Por qué el equipo del programa había llegado a plantear tales modismos impopulares?
Y esos modismos simples de antes, ¿Yuan Mei no sabía cómo expresarlos?
