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Feng Yuanzhou soltó un suspiro de alivio. Mirando el montón de dinero en el patio, sintió que se había convertido en un ganador en la vida. La riqueza con la que había soñado finalmente se había materializado, y su rostro se enrojeció de emoción.
Feng Qing se acercó y echó un vistazo a la pareja Feng. —Señor Feng, señora Fu, de acuerdo a nuestro trato de ahora, cinco mil millones son suyos. A partir de este momento, ya no soy su hija ni tengo relación con la familia Feng. Cortaremos todos los lazos y jamás volveremos a interactuar. No solo hay tantas personas presentes, sino que el duque también está aquí como testigo. No piensen ni por un momento en negarlo.
Al escuchar una sentencia tan resuelta, el corazón de Raymond latía desbocado. Jamás podría decir algo así en su vida, pero Feng Qing lo había dicho delante de todos. Se podía ver que había perdido toda esperanza en la familia Feng.