Antes de que Feng Qing pudiera hablar, la sorprendida voz del Sr. Qing Er resonó. —Eh, ¿qué está pasando? Alguien rompió al instante el programa establecido por el Dios Nocturno. Todos los sistemas de vigilancia y sistemas de Internet han vuelto a la normalidad.
Feng Qing frunció el ceño y subconscientemente miró a su lado. Se dio cuenta de que Xie Jiuhan sostenía una computadora portátil y la estaba operando. No había cambio en su rostro frío.
—¿Noveno Maestro, lo hiciste tú? —Feng Qing preguntó sorprendida.
Xie Jiuhan sonrió despectivamente. —¿Qué Dios Nocturno? Es solo regular, ¡no hay Dios delante de mí!
Feng Qing: "..."
—¡Noveno Maestro, eres increíble! —Feng Qing estaba tan emocionada que casi gritó Jiu Jiu. Jiu Jiu era de verdad su hombre. ¡Esto era demasiado genial!
Viendo la expresión enamorada de Feng Qing, Xie Jiuhan no pudo evitar sonreír. También estaba muy complacido de haber podido descifrar fácilmente el programa del Dios Nocturno.