—Sha… —Feng Qing sujetó la navaja en una mano y con la otra apoyó con suavidad la barbilla de Xie Jiuhan. La afilada navaja rozó lentamente su rostro, y la barba desapareció.
—¿Estás cómodo? —Feng Qing preguntó con dulzura.
Xie Jiuhan no dijo nada, simplemente se quedó acostado sobre el muslo de ella y asintió ligeramente.
—Entonces, en el futuro, déjame ayudarte a afeitarte, ¿de acuerdo? —Feng Qing continuó preguntando.
Xie Jiuhan todavía asintió suavemente. En ese momento, cerró los ojos con fuerza y disfrutó en silencio la alegría de afeitarse.
Un momento después, Feng Qing guardó la navaja y limpió la espuma de su boca con una toalla limpia. Sin embargo, eso no fue el final. Feng Qing presionó sus manos suavemente sobre los hombros de Xie Jiuhan y los masajeó con sus dedos.
Las cejas de Xie Jiuhan se contrajeron ligeramente, pero no detuvo a Feng Qing. Él sabía muy bien que aquello era un masaje.