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Feng Jianing despreciaba a aquellas mujeres que tomaban la iniciativa de entregarse a la puerta de un hombre porque sentía que eso era demasiado barato y se depreciaban a sí mismas.
Sin embargo, esta vez era Xie Jiuhan el interesado. Si Xie Jiuhan se fijara en ella... Pensando en esto, Feng Jianing estaba tan emocionada que no pudo evitar que le temblaran las manos. Si Xie Jiuhan se fijara en ella, la familia Cao no significaría nada.
Incluso si ella fuera la amante del Noveno Maestro, la riqueza y el poder que podría obtener eran cosas que las familias Cao y Feng no podrían alcanzar ni aunque lucharan durante varias vidas.
La expresión de Feng Jianing cambió y encontró una excusa. —Mamá, tengo un poco de calor. Voy a salir a dar un paseo.
—¿A esta hora? Pero el banquete está a punto de comenzar —Fu Anlan miró la hora y preguntó con curiosidad.