—Thump, thump… —Feng Qing escuchó una frecuencia familiar y un ritmo familiar. En la mente de Feng Qing, apareció una figura conocida. Era su buen hermano, Xu Mingqian. En ese instante, los ojos de Feng Qing se agrandaron. De repente miró al Dios Nocturno, quien estaba encendiendo la computadora, sus ojos llenos de incredulidad.
Al mismo tiempo, el Dios Nocturno se volvió a mirarla. Sonó una voz electrónica:
—Habla, ¿qué quieres consultar?
Sus palabras sacaron a Feng Qing de su shock. Feng Qing ajustó rápidamente sus emociones y dijo:
—Ayúdame a revisar los diseños topográficos y estructurales de la Mansión del Duque. Sería aún mejor si pudiera encontrar sus métodos de defensa.
El Dios de la Espada estaba curioso:
—Maestra, ¿por qué quieres estas cosas? —preguntó.
Feng Qing bufó y miró al Dios de la Espada como si estuviera mirando a un idiota:
