—Samantha parecía lo suficientemente perspicaz como para darse cuenta de que algo andaba mal y abrió la boca para preguntar —¿Hay... algo malo con mi cara?
—Libby aún estaba en sus años tiernos y no lograba controlarse. Sacudió la cabeza repetidamente para tratar de afirmar que no había nada malo, pero sus comentarios tuvieron el efecto contrario y atrajeron más atención al asunto —¡No! ¡Nada en absoluto, Señorita! ¡Tu cara está bien! ¡No hay nada malo aquí!
—No podría ser más obvio que algo estaba mal.
—Samantha dijo inmediatamente —Dame un espejo.
—El rostro de Libby se contrajo y miró a Irene como pidiendo ayuda.
—Irene suspiró y dijo —Solo dáselo.
—La verdad saldría a relucir eventualmente y no era algo que pudiera ocultarse.
—Libby no tuvo más remedio que dirigirse al tocador y buscar un pequeño espejo. Caminó de regreso con hesitación y se lo entregó a Samantha.
—Samantha levantó el espejo y miró su cara.