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Media hora más tarde, el coche llegó a un muelle donde había amarrada una lancha rápida.
Los tres bajaron del coche y subieron a la lancha rápida.
El conductor dirigió la lancha hacia el centro del mar, levantando olas tras de sí.
Samantha echó un vistazo a Timothy de reojo. Él estaba calmado como siempre, pero Samantha estaba alerta.
Había una sensación persistente de que las cosas iban demasiado bien.
A medida que se acercaban al centro del mar, divisaron un yate de tamaño mediano flotando a lo lejos. La lancha rápida se acercó al yate y se detuvo allí.
El conductor giró la cabeza para mirarlos y dijo:
— Tu hijo está en el yate.
Dio a entender que hasta allí los llevaría.
Timothy miró hacia arriba ligeramente y levantó a Samantha.
Samantha dijo solemnemente:
— Timothy, ten cuidado... podría ser una trampa.
De todos los lugares en los que podrían haber arreglado la recogida de Matthew, tenían que hacerlo en medio de un océano...
Timothy sujetó su mano y sonrió: