Qiu Chenxi intentó suprimir el ligero rizo de sus labios. —Así que debes mantener un perfil bajo. No debes andar contándole a todo el mundo sobre eso. Después de todo, lo hiciste para ayudarme. Definitivamente guardaré el secreto por ti. Sin embargo, si andas contándolo por ahí y te ven los demás, no hay nada que yo pueda hacer. Si el comisario político realmente quiere castigarte, no hay forma de que yo pueda detenerlo.
—Puedes estar tranquila de que no lo volveré a hacer. Prometo que no se lo contaré a nadie. Debo estar de mala suerte. La libreta solo vale cincuenta centavos, y aún así un estudiante de secundaria puso una queja contra mí. No es de extrañarse que los ancianos siempre digan que cuanto más rico es uno, más tacaño es. Se quejó al comisario político por tan poca cantidad de dinero. Es demasiado molesta, una abusiva —Qian Yanyan estaba enfadada y en pánico. Temía que lo que hizo se descubriera y para entonces, estaría arruinada.
