—Está bien, no voy a ir. Adelante tú. Haz que el chófer te lleve. Él sabe dónde vive Shi Qing —dijo.
—De acuerdo —hizo lo que dijo ella—. Después de que Qiu Chenxi terminara una taza de té, pidió al chófer de la familia que la llevara a casa de Shi Qing.
Desafortunadamente, cuando Qiu Chenxi llegó, no había nadie en la casa. Lo que más enfureció a Qiu Chenxi fue que estuvo tocando la puerta durante al menos diez minutos. Solo cuando sus manos se pusieron todas rojas fue que el vecino de Shi Qing le dijo que la señorita que acababa de mudarse esa mañana había salido hace unos treinta minutos.
Qiu Chenxi, que se topó con tantos contratiempos en un día, perdió la paciencia y casi patea la puerta de la casa de Shi Qing. —No importa que otra mujer luche conmigo por el Hermano Zhai. Shi Qing, tú...
