Su padre citó las palabras del gran líder solo para conseguir que ella le diera clases particulares a Zhu Baoguo. Qiao Nan frunció los labios y forzó una sonrisa en su rostro. —Entiendo.
—Bien, debes asegurarte de estudiar mucho. Papá no te molestará. Deja todos los quehaceres a tu mamá —Qiao Dongliang le dio palmaditas a Qiao Nan en el hombro felizmente. Luego, le indicó a Ding Jiayi que no molestara a Qiao Nan cuando estuviera estudiando en casa.
Ding Jiayi estaba descontenta con sus palabras. —He tenido un día largo en el trabajo, estoy cansada hasta los huesos. Hay tantos quehaceres que hacer, ¿por qué no puede ayudarme? Old Qiao, ¿no crees que te has pasado de la raya?
—No hay nada malo en ello. ¿No era lo mismo para otras personas? —Qiao Dongliang se rió con ira. En su departamento, había muchas de sus colegas mujeres que tenían que trabajar y cuidar de sus hijos.
