Valentina POV.
Eran casi las diez de la noche, yo ya estaba lista para mi ritual de viernes a la noche: una playlist de rock nacional, un vino blanco, mi block de hojas y mis acuarelas. Me recogí el cabello en un rodete desordenado y me acomodé en el sillón mullido. Este era mi plan idea, soy una chica de placeres simples. En eso Sofía, mi mejor amiga y compañera de departamento salió de su cuarto oliendo a su mejor perfume. Vestía una pollera de jean, un top debajo de una campera de cuero y sus botas altas hasta las rodillas. Su cabello negro, a diferencia del mío estaba prolijamente acomodado en colita alta haciéndome sentir envidia de lo bien que lo sabía llevar.
-¿Me veo bien?- Me preguntó dando una vuelta sobre sí misma con pose de modelo.
-Como para rajar la tierra- Admití con honestidad- ¿A dónde vas?
-Quedé con una chica que conocí en Tinder, vamos a juntarnos en un bar y quién sabe...- Sugirió con sus cejas y una mirada pervetida que me hizo reír.
-Algunas mañas no cambian.
-Claro que no, vos deberías empezar a hacer lo mismo, desde acá escucho tu himen reconstruyéndose.
-Callate.- Le tiré un almohadón.
-¡Auch! Te lo digo en serio, tenés que empezar a divertirte.
-¿Qué te hace pensar que no me estoy divirtiendo?- Expuse con mi mano mis hojas y la copa de vino, ganándome una mirada de desaprobación.
-Como digas. El próximo finde salimos juntas aunque te tenga que arrastrar por la puerta.- Amenazó con su dedo índice y su rostro serio.
-Ya te dije que sí, no molestes. Andá antes que tu chica te deje plantada por hacerla esperar.
-Que se divierta, señora.- Dijo dándome un beso en la frente cual mamá, y la vi salir.
Las horas pasaron en un pestañar. Dejé de pintar el retrato en el que trabaja cuando el vino hizo efecto y me empezaron a pesar los ojos. Dejé todo en el escritorio y me fui a acostar en la suavidad de mis sábanas dejándome arratrar por la hermosa oscuridad y el silencio.
...
Como buena señora de 60 años atrapada en un cuerpo de 20 me levanté el sábado a las 9 de la mañana para disfrutar de la mañana. Nada me gustaba más que tomar mi café en el rayo de sol que entraba por el balcón cuando toda la juventud del barrio dormía después de una larga noche de fiesta. Todavía en pijama, un short de fútbol viejo y una remera de Los Piojos, una de mis bandas favoritas, me puse las pantuflas calentitas que me esperaban al lado de la cama y los auriculares. Asesíname de Charly García llenó mis oídos de su melodía.
"Cuando viniste a mí
cerré la puerta pero abrí
Asesíname, asesíname
Por darte lo que di
me trasnformé en un souvenir
Asesíname, asesíname..."
El aroma del café me llenó los sentidos de deleite. Llené mi tasa del elixir negro.
"Dejé tu imagen en el cajón
guardé tu alma en el mellotrón
No quiero más que me des
con cuentagotas tu amor.
¡Es solo rockanrroll..!"
-¡AH!- Salté del susto al darme vuelta y encontrarme de frente con una chica mirándome igual de horrorizada. La mitad de mi café fue a parar a su camisa blanca.
-¡Mierda!- Siseó por lo bajo despegándose la tela caliente de abdomen.
-Perdón, perdón.- Me apresuré a dejar la tasa sobre el desayunador y agarré el primer repasador que encontré para ayudarla.- Perdón, me diste un susto de muerte.- Dije totalmente enrojecida por la vergüenza.
-No te hagas problema, no sabía que había alguien más acá.- En ese momento la chica levantó la mirada y pude apreciar sus hermosos ojos verdes.
-¿Te quemé?- Pregunté preocupada. La chica levantó un poco la camisa revelando su abdomen que estaba rojo donde cayó el café caliente. -Disculpame, vení tengo una crema en para eso, podés pasar al baño y lavarte, te presto una remera.- Sin mediar palabra, la chica me siguió y entró al baño, corrí hasta mi armario y agarré la primer remera que encontré y la crema para las quemaduras, que tenía por la costumbre de ser torpe y quemarme todo el tiempo en la cocina. Toqué dos veces la puerta y la chica me abrió con una sonrisa tímida. Me esforcé para mantener la mirada en su rostro y no en sus pechos solo cubiertos por su corpiño.
-Gracias.- Dijo y cerró la puerta. Me tomó cinco segundos recomponerme y que mi cabeza haga todas las conexiones necesarias. Obviamente era la chica con la que Sofi se había visto la noche anterior, no me esperaba que aparezca de repente. Fui hasta la cocina, limpié rápido el enchastre que había hecho, y recargé mi tasa y otra más con el líquido de la cafetera. Escuché el ruido de la puerta y la chica reapareció esta vez con mi remera puesta, que a decir verdad no quedaba mal con sus jeans cargo y sus borcegos negros. Tenía que reconocer que Sofi tenía buen gusto, la chica me pareció muy linda. Tenía el cabello de color castaño claro natural, lacio y largo hasta media espalda, cejas gruesas y prolijas que resaltaban aún más sus ojos, y sus labios eran del grosor justo para armonizar con el resto de su rostro.
-¿Café?- Ofrecí- Para tomarlo esta vez.- Bromeé arrancándole una sonrisa mientras asentía.- ¿Cómo te llamás?
-Maca, Macarena, pero podés decirme Maca ¿vos?
-Valentina, Vale.- Dije pasándole la tasa.- Si querés tenemos tostadas, dulce de leche, queso untable...-
-Café sólo está bien, gracias. Me tengo que ir enseguida.- Asentí y fui hasta la mesa seguida de cerca por Valentina que se sentó a mi lado, podía percibir su timidez.
-¿Pasaron bien anoche? Con Sofi, digo.- Aclaré lo obvio.
-Sí, la verdad que sí.- Admitió con una sonrisa honesta que llegó a sus ojos.- Fue muy divertido ¿Hace mucho que la conocés?
-De toda la vida, somos del mismo pueblo, planeamos mudarnos juntas desde los 15.
-Eso es lindo, no creo que yo pueda convivir con mi mejor amiga.- Dijo tomando un sorbo de café.
-Aham... tiene sus cosas, pero por suerte nos entendemos muy bien.- Admití.
En ese momento el celular de Maca vibró, la chica se disculpó y tomó la llamada.
-Hola Teo, si ya voy, tranqui, no vas a llegar tarde. Dale, estate listo, en 20 minutos paso.- Colgó.- Perdón, mi hermanito tiene partido de fútbol y lo tengo que llevar.- Dijo antes de darle un trago largo al café. Muchas gracias por todo.- En ese momento se miró la remera y quedó pensativa por un segundo.
-Tranquila, llevátela y en otro momento me la das.- Dije intuyendo su preocupación.
-¿Segura?
-Sí, no hay drama.
-Gracias, de nuevo. Decile a Sofi que le escribo, no la quise despertar.
-Yo me ocupo. Hasta pronto.- La despedí con un beso en la mejilla y mentalmente también me despedí de mi remera. Siendo realista, no creía que volvería a verla.