Chapter 8 - 008. ¿No firmó?

La inconfundible fatiga en su rostro asestó un golpe pesado al corazón de Adam Jones y, actuando por instinto, su mano se apretó en la perilla de la puerta.

Sintiendo que no había movimiento de la persona en la puerta, Elly Campbell levantó la cabeza confundida solo para ver un rostro que nunca había soñado encontrar en este momento entrando en su línea de visión.

Cuando planeó su regreso a casa, no descartó la posibilidad de encontrarse con Adam Jones, pero no esperaba que fuera tan pronto y sin estar preparada.

Mirando las guapas características grabadas en su memoria, su mano escondida bajo la mesa se cerró levemente.

Le costó un esfuerzo considerable suprimir el pánico que le subía al corazón, mientras lo enfrentaba con una mirada distante.

Recién entonces se le ocurrió que acababa de proporcionar atención de emergencia a Lily Jones; como su hermano, no era inusual que Adam Jones estuviera en el hospital.

—Presidente Jones —la fría y distante forma de dirigirse a él logró efectivamente que Adam Jones frunciera el ceño.

Habían pasado cuatro años desde la última vez que la vio, y ella ya no era la Elly Campbell que siempre intentaba complacerlo, considerando sus sentimientos, llamándolo afectuosamente "Adam".

Cuatro años...

La había buscado durante cuatro años completos, y fue durante esos cuatro años que llegó a entender que cuando esta mujer se fijaba en algo, podía ser cien veces más despiadada de lo que él jamás había imaginado.

Elly Campbell miró dentro de los profundos ojos de Adam Jones; el tiempo había pasado, y esos ojos parecían aún más indescifrables, imposibles de adivinar o comprender.

Especialmente cuando él la miraba en silencio de esa manera, le traía una sensación de opresión intangible.

Sintiéndose incómoda bajo su mirada, se encontró iniciando una conversación.

—Tu hermana estará bien por ahora; si no ocurre nada inesperado, podría recibir el alta en medio mes —Adam Jones, con los labios fruncidos, aún no hablaba, su familiar presencia opresiva hacía que le resultara más difícil respirar a Elly Campbell.

Los cuatro años la habían hecho creer que se había convertido en una extraña para Adam Jones; evidentemente, había sobreestimado sus propias capacidades.

No queriendo quedarse sola en un espacio con Adam Jones, Elly Campbell frunció el ceño y se levantó para irse.

Justo cuando pasaba junto a él, su muñeca fue capturada por su agarre. —¿Después de cuatro años, finalmente te dignas a volver?

Elly Campbell se detuvo en seco y miró hacia arriba a Adam Jones, sin entender la razón detrás de la ira en sus ojos en ese momento.

¿Acaso él no se sintió aliviado cuando ella se fue?

—Boston no te pertenece, Presidente Jones —dijo Elly Campbell—. Si quiero volver, volveré. ¿Acaso necesito esperar un momento designado?

Elly Campbell miró a Adam Jones, su ceño burlonamente levantado ante la tormenta que se gestaba en esos ojos profundos, sintiendo una inquietud profunda en el fondo.

—Boston puede que no sea mío, pero tú, Elly Campbell, maldita sea, ¡todavía eres mi esposa, Adam Jones! ¿Qué significa eso de irse sin más? —La tormenta en sus ojos finalmente estalló, y para asombro de Elly Campbell, Adam Jones en realidad maldijo.

¿El siempre compuesto y bien educado Presidente de la Corporación Jones había sido llevado a maldecir por ella?

Elly Campbell sintió vagamente una sensación de logro.

—Parece que has olvidado, Presidente Jones —dijo ella—, que firmé los papeles de divorcio hace cuatro años. Ahora no tengo nada que ver contigo.

La fuerza en su muñeca se hizo más intensa, haciendo que el ceño de Elly Campbell se arrugara involuntariamente por el dolor.

—Lamento decepcionarte, pero mientras yo no haya firmado, ¡eres mía de por vida! —La fuerza en la muñeca de Elly Campbell transmitía resolución.

Al ver la tormenta intensificarse en los ojos de Adam Jones y escuchar su declaración ambigua, Elly Campbell se sintió tanto conmocionada como desconcertada.

¿Adam Jones no había firmado los papeles de divorcio?

Habían pasado cuatro años, y ella creía que él los había firmado hace tiempo. Después de todo, durante esos tres años de matrimonio, ¿no parecía él desesperado por deshacerse de ella?