La sonrisa de James Churchill se congeló y esos grandes ojos hechizantes se oscurecieron por un momento.
Con los labios finos, ocultos tras el borde de su vaso, miró de reojo a Elly Campbell —¿Estás enojada conmigo?
—Venir a este tipo de evento sin decírmelo, ¿se supone que no debo enojarme? La voz de Elly era algo fría, la primera vez que James la había visto hablarle con tal expresión desde que la conocía.
No sabía por lo que Elly acababa de pasar, pero podía sentir la tristeza y la impotencia que llevaba dentro de su enojo.
—Lo siento, Elly. Me equivoqué esta vez; no lo haré de nuevo. Su actitud despreocupada habitual se desvaneció, sus ojos cautivadores intensamente enfocados en Elly, rebosantes de profundo afecto y ternura, lo cual ella no podía ver.
Elly no habló, continuando bebiendo de su vaso, uno tras otro sin parar.
—Elly, has bebido mucho, deja de beber. "..." Sin responder, Elly siguió bebiendo.