Y finalmente, el hermanito regordete, que había instado continuamente a sus padres a tener una hija para que él mismo pudiera algún día tomar esposa, fue llevado por su papá y mamá.
Después de que el hermanito regordete se fue, Adam Jones se levantó y se acercó a Elly Campbell con aire de suficiencia. Mirándola a su cara sonrojada, tocó su mejilla suavemente con su mano, su sonrisa rebosante de ambigüedad, y dijo:
—Cariño, nuestro hijo se ha encontrado una prometida. No podemos dejar que los hijos de otras personas sean solteros para siempre, así que quizá...
Antes de que Adam pudiera terminar de hablar, Elly le dio una patada feroz en la pierna:
—La ceremonia está comenzando, ponte en fila.
—Entonces, sobre mi sugerencia de hace un momento... —Adam, sin querer darse por vencido y saboreando la rara oportunidad de ver sonrojar a su esposa, sintió la necesidad de insistir.
Elly le lanzó una mirada fría llena de anticipación burbujeando en sus ojos, y ella se burló: