—Señor Jones, ¿está buscando a la Dra. Campbell? —preguntó un doctor interno que pasaba por allí vio a Adam Jones y se le acercó.
—Sí.
—La Dra. Campbell ya terminó su turno. Se fue hace poco.
—¿Terminó su turno? —Adam Jones frunció el ceño, agradeció al doctor interno y se dio la vuelta para irse sin decir otra palabra.
Tomando su teléfono, marcó el número de Elly Campbell. Esta era la primera vez en muchos años que él había iniciado una llamada hacia ella, y una inexplicable tensión nerviosa comenzó a asaltar su corazón sin razón.
—Bip bip bip— Después dos tonos, la línea cambió señal de ocupado.
—¡Este imbécil! —murmuró una maldición entre dientes y, sin desanimarse, marcó el número de nuevo, solo para encontrarse con la misma irritante señal de ocupado.
—¡Maldita sea, Elly Campbell!