Sus manos sujetaban las de Elly Campbell por encima de su cabeza, sus ojos se enfocaban uno al otro. Solo esta pose ya era suficiente para despertar pensamientos salvajes.
Las luces de la habitación estaban apagadas, y la luz de la luna se derramaba a través de la ventana, iluminando los ojos de Elly.
Sus ojos eran siempre hermosos, grandes y redondos. Incluso cuando lo miraba enojada, había un atisbo de seducción.
Su pecho se elevaba con ira.
Al mirarla, Adam Jones sentía un calor incontrolable que se esparcía desde el fondo de su estómago.
Su manzana de Adán se movía sutilmente, y la mirada en sus ojos se volvía abrasadora.
Su cuerpo suspendido se inclinó involuntariamente aún más, cerrando el ya angosto espacio entre ellos.
Al ver el cambio notable en la mirada de Adam, las cejas de Elly se contrajeron —dijo:
— "Adam Jones, te dije que retrocedieras, ¿me escuchaste?"