Quise reírme de su cara de sorpresa, pero mis ojos amenazaban con llenarse de lágrimas. ¿Tenía que sorprenderse tanto? ¿Me había olvidado por completo? Habían pasado dos vidas y aún así podía recordar todo como si hubiera sido ayer.
Habíamos participado juntos en debates, haciendo proyectos, incluso compartimos almuerzo dos veces en la reunión. Pensé que éramos amigos, pero parecía que todo era cosa de mis ilusiones.
—Te he visto allí algunas veces —finalmente dijo, recordando y yo reí.
—¿Unas pocas veces, su alteza? —pregunté, burlándome, ya fuera de él o de mí, ya no lo sabía.
Él asintió, completamente ignorante de cómo sus palabras me estaban apuñalando, el dolor era más que la espada con la que me había atacado en la mañana.
—Sí, recuerdo que compartí apuntes contigo para un debate durante una comida —cerré mis ojos y asentí. Al menos recordaba algo.