—Casio —exclamé de repente. Y él me miró directamente a los ojos.
—Creo que puedo manejar el resto —dije mientras tomaba la toalla y él asintió.
Él se movió y tomó otra toalla y la manta de la cama. —Estoy al otro lado, dime cuando hayas terminado con lo básico y te ayudaré a vestirte —dijo, después de decir eso, se giró y caminó hacia el área del baño y usó la manta para crear una barrera.
En el momento en que se fue, me acosté en la cama mientras aún sostenía la toalla en mis brazos. Todo era demasiado para mí. Como si nos hubiéramos trasladado a otro reino y el Casio que conocía se hubiera quedado atrás. Aunque asuma que era solo la necesidad de la situación, no había manera de que él me estuviera tocando y que sus avances hacia mí fueran algo llamado necesidad o coincidencia.
No, sacudí la cabeza. Había cambiado para mal. Si no supiera mejor, hubiera pensado que era el gemelo de Casio.