Han pasado dos años, dos años desde que Elizabeth murió, pero todavía estaba ligado a sus recuerdos. Siempre que veía a Marianne, veía a Elizabeth en ella. Aunque lucían completamente diferentes.
Elizabeth tenía cabello dorado y ojos azules, su rostro era redondo y un poco regordete con hoyuelos en sus mejillas, lo que la hacía parecer una niña pequeña y adorable. Sus ojos eran grandes y brillantes, justo como Killian, que era su copia exacta.
Mientras que Marianne, ella tenía cabellos rizados y negros que parecían una cascada, sus ojos de esmeralda, eran ojos en forma de fénix. Su nariz afilada, y su rostro largo y cincelado, y rasgos agudos eran justo lo contrario, sin embargo, la forma en que intentaba comportarse de manera mona incluso cuando era evidente que era falso.
Sus actos, su temperamento, siempre me hacían sentir que estaba tratando de ser dulce, y solo me hacía creer que ella también tenía una razón para casarse conmigo. Como los demás, también quería utilizarme.